La experiencia vivida en la cancha de Juventud Unida supera lo imaginable. Ni siquiera lo vivido puede compararse con las experiencias de tantas precarias canchas del viejo Fútbol Aficionado.
El
primer trago amargo fue al llegar al estadio donde nos encontramos con la
tozudez de policías intransigentes que no entendían razones y de directivos de la
entidad local sin la menor predisposición a solucionar problemas.
.
Luego, esperando ordenes, el operativo policial vino muy demorado. Encima la rigidez de los controles, confundidos con listados que no aparecían, que derivó en periodistas que debieron esperar casi una hora para ingresar y directivos de Liniers que tampoco tuvieron el acceso liberado a pesar de acreditar su condición. Faltando 5 minutos para comenzar el partido finalmente llegaron las famosas planillas. Pero la sorpresa fue la ubicación destinada: la única tribuna existente, detrás de un arco, con una visión lamentable. Una especie de jaula que no daba la posibilidad de salir de la misma, ni acceder a otro lugar en el estadio. Lógicamente para los periodistas fue imposible obtener las formaciones de los equipos, las que recién llegaron en el entretiempo en un papel mal escrito. Asimismo el lugar no ofrecía la posibilidad de tomar imágenes del partido correctamente. Para colmo, tampoco había sanitarios para los asistentes. Más de uno en el entretiempo fue a un bar cercano
Los
jugadores sufrieron circunstancias similares. Vestuarios sin asientos para
cambiarse, duchas inexistentes, suciedad y baños en deplorable estado.
Para
completar el patético panorama, un campo de juego en pésimo estado, con
marcados desniveles. Imposible para jugar al fútbol y proclive a generar
lesiones.
El
otrora coqueto estadio de Juventud fue destruido con la promesa de mejorarlo,
ya que se demolieron tribuna lateral y cabinas. El buffet se situó en una
esquina pegado al campo de juego. Las maquetas exhibidas oportunamente quedaron
en el sueño de los hinchas del Lobo Rojo.
En
definitiva, Juventud Unida presenta instalaciones fuera del reglamento, que no
se explica bien cómo se habilitaron.
El
consuelo para Liniers fue haber ganado el partido, en una suerte de final
feliz, a pesar de haber sufrido una pesadilla en la visita al pomposamente
bautizado “Ciudad de San Miguel”.
Una mancha más para la menor de las categorías.
Víctor Marinelli
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