Se corona así el trabajo de un cuerpo técnico y de un plantel que superaron momentos difíciles, cuando los resultados no acompañaban, y Liniers parecía que ni siquiera ingresaría al Reducido. Sin embargo la íntima confianza de que la historia cambiaría existía en el equipo, y los jugadores en cada oportunidad que podían así lo reflejaban en sus palabras. Ese convencimiento se fue afianzando con los resultados, que comenzaron lentamente a revertirse y llegó un momento que superaron hasta los pronósticos más optimistas. Liniers ganó 11 partidos consecutivos y se mantuvo 19 sin perder. Los rivales iban pasando y la manifiesta superioridad de los celestes era patente en cada enfrentamiento. Pero la etapa más complicada parecía ser la Promoción. Aunque no fue tan así, y una vez más el equipo superó claramente a los rosarinos en el primer partido y en el segundo de marcada paridad, supo hacer valer su ventaja para terminar festejando el ascenso. Ahora, todo se potencia más porque lo obtuvo a través de 7 finales jugadas en apenas 28 días.
El equipo mantuvo la línea también en Rosario. El clima hostil no hizo mella. Argentino jugaba su propio partido entre hinchas y directivos, y el reloj consumía sus chances de salvación. Hasta la tarde gris y lluviosa presagiaba su final.
Liniers marcó el ritmo en los primeros minutos, Palmerola avisó a los 11 con un remate cerca del travesaño. Más tarde fue el local que empujó, sin demasiada claridad, pero generando algunas acciones de riesgo especialmente cuando apareció en lo alto Roberto González o en un remate de Basualdo que pasó cerca del horizontal. Silvio Fuentes, de gran trabajo, fue una vez más el que comandó el medio, y tuvo en Gnocchi a su socio ideal. Argentino no tenía respuestas cuando La Topadora tocaba y tocaba. Sobre el final chocó Stansiola con Murúa, que reaccionó con un golpe artero. El árbitro le indicó los vestuarios sin dudar. Luego Andrada evitó con estupenda atajada la primer conquista de Gnocchi junto a un palo.
Nuevamente Liniers fue el protagonista en el inicio del complemento, y por dos veces se salvó milagrosamente el arco local. Primero fue Stansiola que exigió a Andrada y en el rebote Brunetti volvió a hacer extremar al arquero. Sin embargo los cambios le dieron a Argentino más tenencia del balón, aunque sin profundidad. Palmerola era amenazante y el local apelaba a todo tipo de recursos para contrarrestarlo. Cuando el aliento desde las tribunas cesó y el salaíto comenzaba a resignarse, llegó la escapada de Kaputensky y anticipo ofensivo de Juárez para abrir el marcador. Quedaba algo más de 20 minutos y Liniers con apenas un gol de ventaja no perdió la calma. En una muestra más de la personalidad y el temple de este equipo, fue el celeste el que se hizo fuerte en el medio y hasta tuvo Gnocchi la chance del empate, que el arquero evitó con los pies. El ingreso de Vigna para los minutos finales fue demostrativo de la necesidad de tener más la pelota, tratando de enmarañar el medio. Los nervios y la desesperación consumieron a los rosarinos, que únicamente en un cabezazo sobre el final de González tuvieron la posibilidad de salvarse. Pero una vez más, como en toda la tarde, Marcos Fernández estuvo atento y aventó el peligro. El pitazo final de Colombo marcó el ansiado retorno a Primera C.
Liniers sacó una ventaja importante (pero no decisiva) en el primer encuentro, que incluso debió ser mayor. Sostuvo la misma con los mismos argumentos que habitualmente ponderamos y no sin sufrir, pero con total justicia, obtuvo el ascenso.
Fin del partido y se desató la locura en el campo de juego, que siguió luego en los vestuarios, en el trayecto de regreso y en el propio estadio de Villegas hasta altas horas de la madrugada.
Luego de 6 años Liniers recupera el lugar que merece, tratará de afianzarse en el futuro, para luego seguir soñando con nuevas proezas.
Víctor Marinelli
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