Quienes estuvimos presentes en el “Juan Antonio Arias” nos retiramos masticando bronca y bastante amargados. Si bien es cierto que a esta altura de los acontecimientos poco sentido tiene seguir lamentándose por los puntos perdidos anteriormente –especialmente en la primera rueda- el fútbol siempre da revancha y en esta vigésimafecha del torneo Liniers contaba con la posibilidad de acortar la distancia en puntos que tiene con Argentino de Rosario, uno de los rivales que, por el momento, lo supera en latabla de posiciones. Pero el Celeste dilapidó esa chance y una vez más sentimos esa sensación quejumbrosa.
Tal cual es costumbre, Liniers fue el que empezó con todo, queriéndose llevar por delante a su oponente, ya que a los seis minutos el defensor Heredia salvó sobre la línea un certero remate de Sellecchia tras un buen envío de Vidal desde el sector izquierdo.Sin embargo, a los doce, en una acción de contraataque, el Salaíto facturó a través de Camafreita luego de una buena maniobra de la figura de los rosarinos: Nicolás Echegaray. Lejos de afligirse, los dirigidos por Damián Troncoso continuaron en la misma tesitura avanzando en busca de vencer la valla visitante; copando el mediocampo con la buena labor de Coronel, el despliegue de Lynch, los intentos punzantes de Biedma por la izquierda y la impronta de Szerdi. En esa insistencia la Topadora pudo haber marcado con un remate de Biedma que pasó cerca de un poste y también con otro disparo de Coronel que derivó en un córner. Precisamente de ese tiro de esquina llegó a los veintiséis minutos la igualdad en el tanteador con un gran cabezazo de Santiago Szerdi luego de la magnífica pegada de Esteban Coronel. El empate parcial era fundamental para buscar con serenidad el desnivel. Sin olvidarnos que Sandro Ammaturo le tapó a Recalde una pelota que venía con destino de gol, Liniers siguió intentando hasta el final de la etapa inicial ante un Argentino que estaba agazapado y tratando de alejar la pelota lo mayor posible de su área. Con protagonismo, aunque en los últimos instantes ya sin tanta profundidad, el Celeste buscó vencer al guardametas rosarino mediante la buena media distancia de Coronel que exigió al visitante en un par de ocasiones. Así se fue el primer capítulo.
En el complemento parecía que las cosas se simplificaban en el minuto inicial: una infracción de Heredia sobre Sellecchia cuando el delantero de la Topadora cabeceaba el balón derivó en la pena máxima. Szerdi se encargó de la ejecución pero esta vez falló. El arquero Lucas Rodríguez se arrojó a la izquierda adivinando el destino del disparo del mediocampista de Liniers. Luego de esta acción el cotejo se tornó bastante más friccionado empezando a notarse el fastidio de varios jugadores con el juez del encuentro y, por consiguiente, a verse también las primeras tarjetas amarillas. A Liniers le costó salir del desconcierto y los rosarinos respiraron un poco. Hasta pudieron haber convertido si no fuese porque Heredia le erró al balón al arrojarse en palomita tras un tiro de esquina. Como suele suceder en este tipo de partidos todo se vuelve enrarecido. Y a Liniers no le conviene el descontrol. Nunca ha salido airoso de esas situaciones. Porque es un equipo constructivo. Impetuoso, pero también noble, que no abunda en mezquindades. Ya con Galván y Giménez en cancha y después de los treinta y dos con Alan González en la ofensiva, el Celeste en la recta final del encuentro hizo intervenir al arquero Rodríguez en algunas ocasiones. Dos veces contuvo los remates del ingresado González a los treinta y cuatro y a los treinta y nueve respectivamente, y otra más a Lynch sobre los treinta y cinco minutos en una acción de doble riesgo, ya que luego en el rebote Willian Giménez dentro del área elevó su remate. En los instantes finales, en el tiempo adicionado más precisamente, se generó un tumulto que tuvo como consecuencia la expulsión de Pablo Paiva y de Bartomioli en la visita. Al capitán de Liniers lo increparon duramente reclamándole fair play, cuando en los instantes previos el arquero rosarino pateó el esférico fuera de la cancha aduciendo un golpe que nunca existió.
Creemos que es necesario revisar algunos conceptos. Los árbitros se manejan de una manera inexplicable. En este caso, el árbitro sancionó innumerables infracciones de los hombres visitantes. Era uno de los objetivos de ellos: cortar el ritmo. Tratar de frenar de cualquier manera al oponente. Y aquí el juez actuó con complicidad. Los ayudó con sus actitudes a conseguir lo que habían venido a buscar. Con su referato un equipo se siente castigado y el otro defendido. Y así castiga al que quiere y beneficia al que no.
Creemos que es necesario revisar algunos conceptos. Los árbitros se manejan de una manera inexplicable. En este caso, el árbitro sancionó innumerables infracciones de los hombres visitantes. Era uno de los objetivos de ellos: cortar el ritmo. Tratar de frenar de cualquier manera al oponente. Y aquí el juez actuó con complicidad. Los ayudó con sus actitudes a conseguir lo que habían venido a buscar. Con su referato un equipo se siente castigado y el otro defendido. Y así castiga al que quiere y beneficia al que no.
En resumen, habrá que esperar el resultado del puntero que aún debe jugar su partido. Sabemos que es difícil descontar puntos cuando los conjuntos más encumbrados no aflojan. Pero no hay que aflojar. Todavía seguimos en carrera.
Héctor Quatrida
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