Un triunfo con sabor a hazaña, con condimentos épicos que siempre aparecen y nunca se olvidan. Atlas una vez más no pudo con la historia. El triunfo inobjetable, la alegría indescriptible, y la idea más presente que nunca: jugando así las alegrías seguirán llegando.
El partido fue de buen nivel, con momentos de dramatismo y jugado por dos protagonistas indiscutibles. Atlas salió a proponer, con algunos recaudos como el seguimiento de Prado sobre Szerdi o el de Pardo sobre Sellecchia. A los 7 llegó Liniers con la fórmula del tiro libre de Szerdi y la cabeza de Rosas, que saltando por sobre todos, hizo picar la pelota a centímetros del poste derecho. El Celeste se sustentó en las asociaciones por abajo, el despliegue de Galván en el medio y el manejo de Szerdi y Lynch, que se juntaban con Sellecchia o con Alan González que buscaba sorprender por su sector llegando hasta posiciones extremas. Amenazó Sellecchia sobre los 28, pero Grieger logró conjurar su envío. El partido por momentos cayó en un pozo, pero siempre con la iniciativa celeste y el rol protagónico de Szerdi al que no podían controlar. Sobre los 38 combinaron Lynch y Szerdi, que asistió a Sellecchia quien mano a mano con Grieger definió de zurda, pero el arquero intervino con acierto. Y la más clara la tuvo a los 42 Alan González que apareció por sorpresa rematando por arriba del arquero salvando Pardo sobre la línea cuando se aclamaba el tanto. En la réplica, aprovechando una desatención, picó por izquierda Alejandro Martínez, el mejor de la visita, superó a Paiva en la marca y su centro fue conectado por el goleador Antony Alonso para marcar el tanto de apertura. Atlas en su primer llegada se ponía en ventaja. Un gol fuera de contexto.
La apuesta para Liniers era doble en el complemento, se encontraba en desventaja y el único resultado que le servía era el triunfo. Dominio abrumador y sostenido. Basualdo con su empuje llevaba el equipo adelante. La figura de Grieger comenzó a cobrar gran protagonismo. A los 11 el Celeste tuvo el gol a través de un cabezazo de Ian Lynch cerca del horizontal, más tarde a los 24 fue Vidal el que con un zurdazo estupendo estremeció el arco visitante y enseguida una media chilena de Galván se fue junto a un poste. El asedio de La Topadora era irresistible para un rival definitivamente resignado a defenderse. Por fin a los 27 llegó el empate a través de una jugada preparada: Tiro libre de Szerdi y la típica fórmula de los dos cabezazos: primero de Potarski y luego el de Diosnel Duarte directo a la red para liberar el grito contenido. De ninguna manera el empate representó un relax. Muy por el contrario, Liniers asentuó su determinación. A los 30 el travesaño le negó a Galván la posibilidad del segundo, y tras el rebote apareció Vidal con envío apenas alto. Alto voltaje en el final. El horizontal devolvió un tiro libre de Martínez en la segunda llegada visitante. Damián Troncoso agotó los cambios. Cuando el tiempo se consumía, las esperanzas de triunfo se esfumaban y Atlas extremaba sus recursos para demorar, Liniers a puro temple encontró su recompensa: Lateral de Vidal a Szerdi, justeza impecable en el envío de éste que encontró la solitaria cabeza de Walter Ricabana para el grito soñado. Liniers lo dio vuelta con la cabeza y se adueñó de la alegría.
Los puntos sirven en lo inmediato para llegar con chance a la fecha final para ingresar a la Copa Argentina, aunque siempre dependiendo de otros resultados.
Liniers ganó “a lo Liniers” con fútbol, determinación, orden, agresividad y coraje. Es para ilusionarse a lo grande.
Víctor Marinelli
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