Tropiezo de Liniers en el arranque frente a Lamadrid. Partido muy disputado entre dos candidatos, en el que solamente el cero se podía quebrar por algún error defensivo. El Celeste lo cometió a poco del final y terminó con las manos vacías.
Panorama previo: Demora de 30 minutos en el inicio al faltarle a la Médica actuante la credencial correspondiente; cambio de último momento en el arco celeste al no ser convocado Héctor Cabrera por un problema interno, y un campo de juego muy desparejo.
Trámite parejo de principio a fin. Partido cerrado, mucha fricción, pocos espacios, neutralización de potencialidades, movimientos tácticos muy estudiados. Lo dicho, para nada de traduce en la simpleza de “partido malo”. En el período inicial si bien casi no hubo situaciones claras de gol la pelea estuvo en el medio y el dominio fue alternado. Liniers no pudo progresar demasiados por los laterales, Chaparro fue bien controlado por su sector, Ricabana logró más profundidad, pero sin ventajas decisivas. El celeste se mostró monolítico atrás, con Potarski como bastión y el resto acompañando con firmeza. Romero y Rodrigo Maidana peleando en el medio ganaban y perdían. Ofensivamente el Celeste no encontraba los huecos. De arriba Paiva tuvo la chance más propicia, pero su cabezazo se fue desviado.
El complemento depararía mucha acción. Cambios de hombres pasado el cuarto de hora indicaban intensiones de ambos de alcanzar el triunfo. Sarandeses inquietó con un remate cerca del horizontal, luego Cheppi desvió con acierto un envío de Caldas junto al palo izquierdo. Liniers se acercaba con remates de los ingresados Coronel y Basualdo, y fundamentalmente con un tiro bombeado de Szerdi que el arquero desvió al córner con esfuerzo sobre el ángulo superior izquierdo. La expulsión de Palacios en el local parecía abrir definitivamente el partido. Ultimos movimientos en el banco: Chiri Fabregat rearmó su equipo defensivamente y César Aguirre intentó trocar delanteros con la idea de ganar el partido. Pero inesperadamente llegó la jugada decisiva que definió todo. David Vidal había tenido un buen partido. Cometió una infracción sobre su lateral y fue amonestado. Tras el tiro libre innecesariamente derribó dentro del área a Liparoti y Pafundi sancionó el penal que definió todo. Luego Cheppi se lució ante Caldas y Ricciardelli ante Basualdo en un intento “in extremis” del Celeste.
Para La Topadora la derrota significó una fuerte desazón porque las expectativas eran muchas de arrancar con buen pie. Enfrentó a un rival que neutralizó posibilidades, y hasta se adaptó mejor a las imperfecciones del terreno. El destino invariable del partido era el cero y un error propio lo torció.
Ahora Liniers tendrá un nuevo encuentro de visitante y en Rosario, plaza de por sí complicada, con la necesidad de sumar para no quedar relegado en la tabla.
Víctor Marinelli
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