Liniers se llevó un triunfo de esos que no se empardan. No venía bien de visitante pero se hizo fuerte frente a uno de los candidatos y desde el orden y la eficacia justificó la mínima diferencia, más allá de no llenar el ojo, en un partido que pintaba para el empate, con un Ituzaingó que había hecho el gasto.
Clima de final. Una tarde espléndida, un gran marco en las tribunas, el buen estado del campo de juego, las características generosas de ambos equipos invitaban a ver un partido abierto y de muchas emociones. No fue tan así. Ituzaingó tuvo la iniciativa, jugando por abajo, con Peñalba distribuyendo, marcadores de punta que se proyectaban, volantes con desmarque y movilidad. Pero el Verde chocó una y otra vez con la solvencia defensiva de Liniers que tuvo en Potarski su valor rutilante. Cuando el celeste se hizo de la pelota usó más el pelotazo. Fleitas volvió a estar lejos de su nivel, pero fue el inclaudicable despliegue de Castano el que llevo inquietud a la última línea local. El partido comenzó vibrante con una llegada por bando, para luego a los 17 producir Ituzaingó la más clara a través de Silva, encontrando firme respuesta en Cabrera. Pasada la media hora en su situación más clara, combinaron Fleitas y Castano asistiendo a Sigona cuyo remate con destino de gol rebotó providencialmente en un defensor. Los arcos en general no pasaron por situaciones comprometidas, pero el partido estaba abierto.
Salió Ituzaingó con más brío en el complemento. Un tiro libre de Peñalba se desvió en un defensor y salió junto al poste izquierdo. En la respuesta desbordó Castano y su centro envenenado fue salvado con angustia por un defensor al córner. El local se fue desgastando en un dominio estéril frente a la firmeza celeste. César Aguirre tenía en el banco cartas ganadoras para jugar. Ingresó Braian Cáceres factor decisivo. Con su habilidad, de derecha a izquierda, comenzó a desestabilizar a una defensa que hasta el momento no había sufrido sobresaltos. Avisó Coronel a los 24 con un remate cruzado que desvió Pisano y luego apareció Cáceres salvando un defensor angustiosamente sobre el palo derecho. El local fue quemando cambios pero sin profundidad. La más clara la tuvo Sarasibar, cuando en un buscapié, increíblemente pretendió definir de taco en el área chica. Y el técnico de La Topadora jugó su segunda carta. Corría la media hora de juego, salió extenuado Castano e ingresó el juvenil Willian Giménez. Pasaron 5 minutos y el recién ingresado no desaprovechó su chance. Durmió Ituzaingó, Allende hizo rápido un lateral habilitando a Cáceres por izquierda, que asistió de manera magnífica a Giménez que entraba por adentro. La definición del goleador fue impecable junto al palo izquierdo. Debut en la red para el “Paraguayo” y un festejo interminable. Fleitas, en una tarde esquiva, se fue expulsado por doble amarilla. La búsqueda de Ituzaingó a puro centro se consumió sin éxito. Es más, la sensación final fue que Liniers si acertaba una contra marcaba el segundo.
Un triunfo muy necesario. Que lleva alivio a una campaña que no era del todo la esperada. Un triunfo que revitaliza, que ratifica fortalezas, como la defensiva (a Liniers hace 4 partidos que no le marcan). Un equipo concentrado que no dio ventajas que mostró oficio y coraje. Cabrera atento bajo los palos; Potarski bien secundado por Paiva en la zaga central; Allende con su personalidad y experiencia, Riquelme sobresaliente en el medio tapando los huecos; Castano, esta vez con espacio, jugó un partido increíble para su edad (próximo a cumplir 40 años); Braian Cáceres, desde el banco, pieza decisiva con su talento en los minutos que actuó y la frutilla del postre la puso Willian Giménez.
Las posibilidades de clasificar siguen siendo remotas, pero más allá de eso está la importancia del triunfo frente a un candidato al ascenso, que sirve para ganar confianza y ahora desde el triunfo, seguir pensando en cómo superar las carencias de cara a la segunda etapa del torneo, la que define los ascensos.
Víctor Marinelli
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