Si hay un árbitro del que la gente de Liniers no tenga un
buen recuerdo en los últimos años es de Alejandro Porticella.
No participó en general de muchos partidos en la
categoría, pero en las pocas veces que lo hizo siempre sus desempeños han
dejado tela para cortar.
La única oportunidad que dirigió a Liniers fue el año
pasado frente a Muñiz, en cancha de Juventud Unida y dejó su marca. Se jugaba
la primera rueda, La Topadora venía en racha ganadora y no pudo superar las
condiciones adversas de un bochornoso arbitraje. Liniers se vio abiertamente
perjudicado por Porticella y el nerviosismo de los jugadores fue manifiesto “sacándolos
del partido”. Amarillas por doquier (6 en total), un penal en contra mal
sancionado, la expulsión de Sebastián Allende y del Preparador Físico, y como saldo
lamentable en aquel partido se dio también la fractura de clavícula de Héctor
Cabrera. Recordamos que sobre el final del partido, cuando ya las chances de
revertir el resultado eran casi nulas (Muñiz ganaba 2 a 0) trató de apaciguar
las aguas concediéndole a Liniers con un penal la posibilidad de descontar,
pero inmediatamente pitó el final “por si las moscas”.
Esperemos no tener que referirnos a su desempeño el
próximo lunes, y que ocurra lo que vulgarmente se decía hace muchos años : “lo
mejor para un árbitro es pasar desapercibido”.
Víctor Marinelli
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