El torneo entra en la recta final y lamentablemente las sospechas, suspicacias, desprolijidades y ahora hasta actos lindantes con el delito, salen a la luz.
Al hecho inédito protagonizado por Centro Español, no inscribiendo jugadores y perdiendo puntos que prácticamente lo condenan a la desafiliación, se sumaron las declaraciones de Juan Saitta, técnico de Liniers, sobre incentivación de Sportivo Barracas hacia los rivales de La Topadora (que nunca fue desmentida), una protesta del Arrabalero hacia Claypole que todavía está en suspenso, y ahora se suma un hecho muchísimo más grave: Un jugador de Atlas le ofreció dinero al arquero de Yupanqui para que “vaya para atrás” en el partido que ambos disputaron ayer.
El hecho trascendió en las redes sociales y en varios medios periodísticos. Hubo fuertes declaraciones de jugadores de Yupanqui, de Dante Majori (Presidente del Trapero y de la categoría), y de Maximiliano Ambrosio, Presidente de Atlas. Unos acusando, otros defendiéndose y todos tratando de desligar responsabilidades.
Hay un hecho incontrastable y palmariamente verificado: El mensaje de texto existió y fue de un jugador de Atlas al arquero de Yupanqui. Y aquí, como cuando un barrabrava produce un hecho de violencia, lamentablemente el club infractor es el que debe pagar las consecuencias.
El principal responde por sus dependientes. Atlas debe responder por los hechos y el Tribunal de Disciplina debería tomar intervención. En Italia por hechos similares hubo importantes instituciones que perdieron la categoría. Aquí en la Argentina una de las sanciones más graves de soborno las recibió Banfield con la quita de 16 puntos en 1941.
Es de esperar que por el bien de la categoría más sacrificada y olvidada del fútbol de ascenso, se aclare el panorama y aparezcan las sanciones para los responsables. Al menos para llevar un poco de transparencia y seriedad a un fútbol cada vez más turbio y menos serio.
Víctor Marinelli
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