Liniers se trajo un valioso empate en su visita a Campana. Tuvo frente a sí a un rival duro, que con fervor y empuje lo tuvo a mal traer por varios minutos.
Arranque furioso de Claypole. Jugada preparada, entre Gargiulo y Frascone, centro de éste último y cabezazo de Gallego frente a una defensa que no tuvo reacción. Rápidamente se repuso Liniers, y antes de los 10 minutos había generado un par de chances claras frente al arco de Meli, que desnudaba fragilidades defensivas en el local. La más clara la salvó Guerra sobre la línea. Minutos de gran intensidad. Sebastián Milano complicaba al fondo celeste, mientras que las proyecciones de Coronel abrían surcos en la defensa local. Liniers se fue acomodando y buscando la diferencia en la pelota contra el piso. A los 26, luego de un lateral, Pattini envió un centro pasado, apareció por el segundo palo Juan López conectando de cabeza hacia adentro, y allí Juan Ortíz López definió sin inconvenientes para establecer el empate. El final del primer tiempo lo sorprendió a Liniers con mejores perspectivas.
El complemento se hizo más friccionado, ante un árbitro que no castigó con severidad el excesivo juego bruco local. Así las cosas, Claypole más ambicioso, se manejó mejor, tuvo más peso en el medio campo y si bien no generó situaciones claras, tuvo aproximaciones a través de Gómez y Gargiullo. Liniers no pudo desarrollar su juego habitual, cambió en el medio, pero no pudo alcanzar la consistencia que había tenido en el período inicial. Solamente se puede contabilizar un cabezazo por arriba del travesaño de Ortíz López como llegada importante. El partido no perdió el interés hasta el final, concluyendo con un empate que equipara virtudes y defectos de ambos.
Fue un partido difícil, tal vez más de lo esperado. Liniers dejó la sensación que alcanzó su mejor nivel en lapsos del primer tiempo, pero en el complemento no pudo encontrar (especialmente en el medio campo) las mejores respuestas al planteo local y terminó valorando el punto alcanzado, que no fue poco de acuerdo al trámite y a las complejidades que planteó el rival.
Víctor Marinelli
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