CON ALMA Y VIDA

Luego de una semana extraña, insólita en su desarrollo, quedaba la expectativa en cómo podría afectarle a un plantel que venía golpeado. En la cancha, frente a Lamadrid, las penurias parecieron quedar a un lado y Liniers con la actitud y el fútbol que siempre se le reclamaba obtuvo oxígeno en el descenso.

Muchos cambios tácticos, especialmente del medio hacia atrás, expuso Rolando Morrone, que prácticamente en 24 horas asumió la gran responsabilidad de dirigir al primer equipo. Línea de 3, con nombres conocidos pero en posiciones diferentes y en el medio volantes que llegaban por afuera. Liniers a sabiendas que sólo le servía el triunfo salió con una propuesta futbolística ambiciosa frente a un rival como Lamadrid que por el contrario adoptó una postura demasiado pasiva.

De la mano de José Luis Díaz, con un Nicolás Horacio imparable, Liniers marcó diferencias con la pelota al piso. La primer jugada de peligro la sufrió Valiñas a los 20: Llegada a fondo de Cuevas, centro al área, rechazo defectuoso de Ricci y estupenda reacción del arquero sobre el segundo palo enviando al córner. Joe Díaz se encargó del mismo y otra vez el peligro rondó la valla visitante en una media chilena de Torres. Pasada la media hora llegó por primera vez la visita en una pared entre Ortíz y Veloso, que culminó éste con remate apenas desviado. Tras cartón combinación profunda del avance entre Cuevas y Lobótrico, centro del volante y cabezazo impecable de Nicolás Horacio, al ángulo, inalcanzable para Valiñas. Liniers se ponía en ventaja. Sobre el final se lo perdió Lanaro, rematando mal frente al arco semidesguarnecido, tras una mala salida de Villa.

En el segundo tiempo se vio la otra cara de Liniers. Esta vez dejó el frac y se calzó el overol. Puso temperamento y todo el equipo fue solidario en el esfuerzo con el objetivo de mantener el triunfo. Joe Díaz apareció en toda su dimensión manejando el equipo, creció Ernesto Banegas en la recuperación junto a Romero, Cuevas y Ranieri siguieron siendo filosos por los laterales, y atrás no hubo inconsistencias. Nicolás Horacio y Lobótrico quedaron para la contra. Tal vez regaló en demasía el terreno, ante un carcelero que fue tibio, que dominó pero sin determinación en la llegada. No obstante contó con la situación más clara para convertir sobre el final cuando Alexis Romero evitó el empate frente a un remate de Lanaro, con Villa sin chances. Carga emotiva en tiempo de descuento con un par de acercamientos de la visita, pero el pitazo final de Sabini llevó alivio y acabando con el sufrimiento.

Liniers resistió y ganó. Un gran envión anímico para lo que vendrá. El triunfo tuvo un sabor diferente: el equipo resurgió con enorme entereza y demostró que sigue vivo, con los signos vitales intactos y que dará pelea hasta el final para mantener la categoría. Lo ganó con alma y vida…

Víctor Marinelli