La bronca final fue indisimulable. Liniers, casi sin darse cuenta, se encontró 3 goles arriba en el marcador, pero no supo mantener la ventaja y recibió una ráfaga de goles que en definitiva le permitieron sumar apenas un punto, con sabor a poco…
Ituzaingó dominó en la primer mitad del período inicial, pero tan sólo generó un par de acercamientos bien conjurados por Jonatan Villa. Sobre los 25 se equivocó el primer asistente Lucas Cueto Viñas al sancionar equivocadamente una supuesta posición adelantada de Brian Cáceres, que había convertido tras pared con Lobótrico. Basado en la penetración de Nicolás Horacio y la habilidad de Cáceres, Liniers terminó mejor la etapa y sobre los 35 tuvo la más clara, pero Horacio levantó el remate final solo ante el arquero. Instantes después fue Piedrabuena el que inquietó el arco local con un remate bombeado que se fue cerca de un poste. El partido era parejo, pero Liniers marcaba diferencias cuando ponía la pelota contra el piso, y se presentía que con mayor decisión podía volcar el partido en su favor.
El complemento deparó alta emoción en los arcos. En 20 minutos se convirtieron los 6 goles, cuando nada hacía prever tal desenlace luego de un discreto período inicial. Nicolás Horacio aprovechó con remate cruzado una estupenda cesión de Joe Díaz para abrir el marcador a los 7. Luego un gol de cabeza en contra de Escobedo tras un córner de Díaz (el árbitro se lo otorgó a Lobótrico) y luego sí uno del delantero de tiro libre ponían el 3 a 0. Liniers tocaba y tocaba. Ituzaingó estaba nocaut. Pero su amor propio fue decisivo para cambiar la historia, ayudado por la fragilidad del fondo celeste, que no bajó el telón del marcador. En 6 minutos el local convirtió 3 goles. Todos de características similares, arrancando por el sector derecho y terminando en el área chica. Y estuvo cerca de seguir de largo... Para un equipo como Liniers, que pretende pelear cosas importantes como la permanencia, resulta inadmisible que le pueda ocurrir algo así. No supo planchar el partido. Le faltó experiencia para manejar la embestida rival. Con los cambios consiguió cierta estabilidad. A final los dos buscaron el triunfo y por momentos fue de ida y vuelta, aunque no hubo más emoción en los arcos. Sólo Bruno Rodríguez tuvo la mejor chance, pero su cabezazo, mano a mano con Villa, terminó en las manos del arquero.
Los resultados de las otras canchas llevaron cierto alivio. Pero Liniers todavía no lo puede creer.
Víctor Marinelli
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