Fue una semana difícil. La falta de respuestas frente a Fénix obligó a Norberto D’Angelo a cambiar jugadores y esquema. Encima llegaba Luján y el partido aparecía como bisagra. El cielo o el infierno. El resultado fue positivo. Pero ningún cambio hubiese dado frutos si no se le agregaba la cuota de convencimiento, garra y temperamento en la cancha. Liniers tuvo esos atributos y con momentos de buen fútbol e individualidades que aparecieron en momentos gravitantes, se llevó un triunfo importantísimo para ganar confianza con vistas al futuro.
Como era previsible el Celeste salió decidido en busca del triunfo. Tuvo algunas armas para destacar como Mauricio Prol, manejando la pelota y organizando el ataque, sumándole una estupenda pegada de media distancia, y Lucas Asconape, que con su gambeta producía el desequilibrio. El delantero tuvo la primer opción clara rematando apenas desviado, tras estupenda maniobra personal. Sin embargo, en la réplica aprovechó Luján un mal rechazo de Monllor por tiro de Portillo para ponerse en ventaja. Bogado recibió el regalo de cara al arco para convertir, al amparo de la falta de reacción defensiva. Inmediatamente tuvo Prol en un tiro libre el empate, pero el arquero visitante reaccionó en gran forma y lo evitó.
Se dice que el gol es el factor táctico vital. Indudablemente Liniers sintió el golpe. Luján se hizo fuerte y manejó la pelota con criterio con Portillo como bastión, aunque sin ninguna profundidad. La historia tantas veces vista en Villegas parecía volver a repetirse…
Seguramente la charla técnica en el entretiempo tuvo su influencia: Liniers salió con determinación a cambiar su suerte. Romero y Mauricio Prol se pusieron el equipo al hombro, Luis Stansiola, ya en posición de volante, creció enormemente, Cuevas y David Córdoba empujaron por sus respectivas bandas. Precisamente éste último tuvo el empate apenas comenzado el complemento, pero una vez más el arquero Agustín Rodríguez lo impidió. La presión celeste se hizo sostenida. Casi irresistible. Pocos minutos después gran apilada de Stansiola y remate de Asconape contenido por Rodríguez. A los 11 sorpresiva aparición de Allende por derecha y centro milimétrico a la cabeza de Asconape que igualó el marcador. Alivio y corte de una insólita racha negativa: 17 partidos sin convertir en los segundos tiempos.
A partir de allí el trámite ganó en emoción. El temperamento afloró en Liniers, y Luján dejó la tibieza a un lado y también fue en busca de su destino. El Celeste transitó por algunas dudas defensivas. Orode y Bogado los que más obligaron. Pero siempre contó con Asconape para alertar al arquero rival. Ingresó Daniel Casais, de esperada vuelta luego de más de un año. Fue doble cinco con Romero, y Mauricio Prol se ubicó por izquierda. Casais-Romero-Stansiola nombres propios en Liniers, y factores decisivos en el desenlace del partido. Con inteligencia La Topadora hizo circular el esférico y buscó espacios. Acorraló a Luján y esperó el momento. El técnico apostó por Nicolás Rizzo saliendo un desconocido Villalba. A los 40 hubo un penal a Stansiola ignorado por Lupani. Pero sobre el final, pitó acertadamente una infracción sobre Rizzo cerca del área que tomó con maestría Casais: Luján tiró el achique, pero Giacaglia quedó enganchado y habilitó al delantero, que tras un rechazo defensivo sometió a Agustín Rodríguez. Festejo loco y merecido. Punto final de varias preocupaciones, con la esperanza latente de comenzar una nueva etapa.
“El que no cambia todo no cambia nada”, decía Alfredo Zitarrosa. Liniers cambió, pero fundamentalmente dejó el alma en la cancha.
Víctor Marinelli
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