Cómo explicar razonablemente un resultado cuando un equipo remata al arco una sola vez en 90 minutos y marca el único gol del partido, y el otro, hizo el gasto y se quedó sin nada. Excursionistas tuvo una eficacia del 100 %. Liniers, que predominó por varios momentos del partido, y hasta tuvo las mejores opciones para convertir, se fue masticando bronca.
Pero no es la fortuna de un zapatazo la explicación más lógica. A Liniers le faltó determinación para ganarlo, convencimiento de que podía frente a un rival desconcertado, que no se entendía bien a qué jugaba (aunque sea también por mérito del celeste). González armó un bloque del medio hacia atrás casi impenetrable. Con una línea de 3 en el fondo y 4 volantes en el medio que fueron marcando el ritmo de un partido chato, casi sin alternativas destacables. Pero al libreto de Liniers le faltó audacia. Dos enganches y un punta, aunque por momentos eran dos, confirmados en la última mitad del partido. Pero en definitiva no alcanzó.
Las chances fueron celestes. A los 12 la mejor, un zurdazo impecable de Damián Villalba fue devuelto por el travesaño, acto seguido dos situaciones más en el área chica que no pudieron concretarse. Fue una ráfaga que luego no se repitió, porque el celeste si bien era el más ordenado, se diluía en tres cuartos de cancha.
La hermosa tarde de primavera contrastaba con la palidez del partido. Excursionistas en el complemento agotó los cambios posibles, pero no encontró soluciones. Liniers estaba más entero y en los últimos 15 quiso ganarlo, pero otra vez se quedó en intenciones al carecer de ideas claras para hacerlo.
Cuando el cero parecía eterno, llegó desde 25 metros el zapatazo imposible de Juan Fontenla. Entró abajo, pegada al palo izquierdo del esforzado Monllor, que alcanzó a rozarla. Fue la única pelota que tocó, pero no lo suficiente para evitar el tanto. En definitiva fue un golazo de otro partido.
El tiempo se agotaba, Luis González sumó a Milton Martínez en ataque. Y tuvo la última en un tiro libre de Sebastián Lipo que magistralmente desvió Marcos Fasanella, que esta vez no necesitó la complicidad de los postes.
Festejó el local, aunque su actuación lo debería dejar preocupado. Liniers otra vez se quedó en los méritos.
Víctor Marinelli
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