Lo que parecía un empate sellado terminó siendo un triunfo del conjunto local, Excursionistas. Tan sólo seis minutos faltaban para que se cumpla el tiempo reglamentario. Y como un capricho del destino, Juan Fontenla, el mismo jugador que la temporada pasada nos convirtió un gol de similares características, aunque aquella vez vistiendo la camiseta de San Miguel, puso la rúbrica en el Bajo Belgrano y Liniers cayó derrotado por uno a cero.
Fue como un baldazo de agua helada. No sólo para la gente de Liniers, sino también para el público local, que a esa altura de los hechos seguramente estarían pensando en retirarse del estadio sin ser testigos, una vez más, de la primera victoria del “Villero”. Pero el “zapatazo” del mediocampista “albiverde” les hizo sacudir la modorra.
Insospechado. Fue el segundo y último remate al arco del conjunto dirigido por Fernando Rizzo. Que no produjo una actuación como para llevarse los tres puntos. Pero se los llevó.
En el arranque del partido fue el equipo local el que tomó la decisión de adelantarse en el campo de juego. Con los volantes bien abiertos y con la intención de asociarse con los dos puntas, Quintana y Amarilla. Esa idea se desvaneció pronto, ya que la línea media de Liniers estuvo ensimismada en frustrar cada tentativa. Y a tal punto lo logró, que exigió a algunos jugadores del “Verde” a salirse de su posición. Por ejemplo, Héctor Amarilla desistió de jugar de espaldas al arco. Tuvo que retroceder para encontrar el balón y tratar de producir algún encuentro con Federico Quintana, que no tuvo un buen desempeño debido al eficaz control de los marcadores de la “Topadora”. Tampoco Mariano Gerling pudo realizar su habitual despliegue por su sector, el derecho del ataque local, y Miguel Ferreyra enseguida comenzó a fastidiarse cuando no le daban la pelota al pie. En consecuencia, el “Celeste” emparejó las acciones y contó con las oportunidades más claras en la primera etapa. La primera fue a los doce minutos y tuvo “doble sensación de gol”: Damián Villalba, desde aproximadamente veinte metros, estrelló un tiro en el travesaño. El rebote lo capturó Ezequiel Argüello y habilitó a Villalba, que nuevamente estuvo a punto de convertir. Esa acción derivó un tiro de esquina que Argüello ejecutó y, tras una serie de rebotes dentro del área, César Acosta intentó, sin éxito, corregir la trayectoria del potente disparo de David Córdoba.
Estas llegadas punzantes nos hacían pensar en la continuidad de las mismas. Pero, curiosamente, fueron las últimas que se produjeron en la primera parte y podemos aseverar también que casi no hubo llegadas netas en la totalidad de la etapa complementaria.
La unilateral obsesión por la marca, sin creación ofensiva, fue el común denominador del partido. Por eso todo se redujo a una mediocridad general. Sin claridad, con abundancia de choques, forcejeos y exceso de infracciones. Dentro de ese panorama, debemos señalar que el esquema defensivo de Liniers funcionó en su propósito de anular a los hombres de ataque del conjunto local. Que al comenzar la etapa complementaria contaba con el juvenil delantero Jeremías Ugo Carabelli y el volante ofensivo Jonathan Sotelo. Además de Fontenla que era el encargado de darle juego al equipo desde atrás. Pero como contrapartida, a Liniers le faltó agresividad cuando entró en la zona de definición. Y, obviamente, esto también debe ser apuntado. Porque si el equipo no hubiese carecido de esto, tal vez estaríamos hablando de una victoria ante un Excursionistas impotente para sacarse la marca de encima y con una progresiva disminución en su trabajo colectivo.
No obstante, como contábamos al principio, el excepcional remate de media distancia del “Facha” Fontenla resultó ser el único atributo del cotejo.
Nos volvimos “vacíos” del Bajo Belgrano. Por supuesto que no hemos perdido la fe. Pero regresamos abatidos porque debió ser empate y terminó siendo derrota.
Héctor Quatrida
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