La frase es un viejo axioma del fútbol. Un postulado que siempre generó innumerables debates acerca de su real validez. Así como se lo enuncia, ¿es o no importante “el punto”? En este caso consideramos que sí. Aunque a veces suene como un lugar común futbolístico. Hasta sulfurado por momentos. En el hincha es entendible el deseo de conquistar una victoria. Siempre. Pero esta vez no podía pretenderse más.
Fundamentalmente por como estaban planteadas las cosas. Un terreno de juego en malas condiciones producto de la incesante lluvia ocurrida prácticamente durante toda la semana. Un adversario que viene trabajando su sistema táctico desde hace más de un año, y que llegó hasta esta tercera fecha entonado por la goleada que le propinó a General Lamadrid. Y un Liniers que si bien por momentos parece amalgamarse, todavía denota ciertas carencias que con el correr del tiempo seguramente se transformarán en abundancias.
A pesar de las dificultades que presentó el campo de juego, los dos equipos evidenciaron una saludable intención de jugar “por abajo”. Prueba de ello fueron las escasas infracciones cometidas por ambos conjuntos. Al menos en los primeros veinte o veinticinco minutos. Trataron de jugar. Y eso siempre es positivo. El asunto cambió un poco a partir del gol de la visita. Que, dicho sea de paso, cabe señalar el magnífico remate que salió del botín derecho de Leonardo Ruiz, uno de los enganches de Fénix. Ciertamente, esa acción fue la única de riesgo en los primeros cuarenta y cinco minutos. Tanto Liniers como Fénix no lograron poner en apuros a los guardametas. El “Celeste” sólo contó con una aproximación a través de un potente disparo de Nicolás Rizzo que se perdió por el horizontal.
El segundo tiempo estuvo un poco más entretenido. Hubo un elogiable despliegue físico, pero a la vez pocas intromisiones en las respectivas áreas. Se merodeaba cerca de las mismas, pero casi siempre todo culminaba con centros, que eran despejados por los defensores. El ingreso de Damián Villalba le otorgó más vigor a Liniers. La “Topadora” insistió en procura del empate. Y lo obtuvo cuando transcurría el minuto trece: una media vuelta y posterior remate de Nicolás Rizzo dentro del área fue trabado por un defensor, el balón salió para la posición de Damián Villalba que efectuó un disparo, rebotando el esférico en el arquero Mariano Mittelman. Luego de este último rebote la pelota le quedó a Leandro Aversa que la empujó al fondo de la red.
Con esta perspectiva, el entrenador visitante decidió realizar dos cambios seguidos (tres minutos antes del gol había hecho la primera modificación) con el propósito de originar más acciones ofensivas. En cierto modo lo consiguió, pero se encontró con las providenciales intervenciones de Daniel Saranzotti. Aunque es atinado indicar que no fueron jugadas estupendamente elaboradas. A saber: la primera fue un “bochazo” de Leonel Bargas apenas el defensor del “Cuervo” cruzó la mitad de la cancha, y la restante acción fue un tiro libre directo de Leonardo Ruiz. En ambas ocasiones el arquero de la “Topadora” despejó el peligro enviando el balón al tiro de esquina.
En tanto, Liniers, que también envió a la cancha a Marcelo Araujo y a Daniel Córdoba, se paró unos metros más atrás para tratar de acarrear algunos contraataques. El desarrollo del encuentro ganó en emotividad, aunque no alcanzó gran nivel. Y finalmente acabó con el empate en un gol que lo consideramos como un suceso positivo.
Héctor Quatrida
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