Pueden hacerse dos lecturas de este viaje a la bonita ciudad de Campana. La primera, y a simple vista, es el empate obtenido ante el puntero del campeonato en condición de visitante. Que puede ser tomado como un hecho positivo. La segunda, es el tímido trato de balón que exhibió el equipo en la mayor parte del cotejo. Y esto fue lo que no estuvo en sintonía con respecto a las últimas presentaciones de “La Topadora”.
Liniers arrancó derecho en el partido. Luego de un comienzo introvertido por parte de ambos conjuntos, al cumplirse el primer cuarto de hora el “Celeste” abrió el marcador a través de Maximiliano Portillo con una certera definición ante el achique del arquero Pablo De Nicola, que alcanzó a tocar el balón pero no pudo impedir la conquista. Lo bueno de Liniers duró un rato. Paulatinamente Villa Dálmine tomó la conducción del partido. Que se tornó vibrante, intenso, vertiginoso. Pero no salió ese encuentro imaginado por mucha gente. En el que se observa un ida y vuelta con un gran juego imaginativo utilizando bien los espacios. Quizás porque el conjunto local estuvo pendiente de lo que sucedía en Villa Lynch entre su inmediato perseguidor y Midland (su hinchada también comunicaba con cánticos las vicisitudes del encuentro) y jugó con un apuro desmedido por alcanzar la igualdad rápidamente, y la visita por intuir que el premura del “Viola” era suficiente para salir victorioso sin siquiera intentar apoderarse del balón y hacerlo circular con tres o cuatro toques de mitad de cancha hacia adelante. El destino de la pelota fue incierto porque los pases resultaron desacertados y las imprecisiones se multiplicaron impulsadas por una exagerada movilidad, por el uso abusivo del choque o la refriega y el no uso de la pausa.
En la última parte de la etapa inicial, Villa Dálmine contó con algunas ocasiones para convertir. Mariano Monllor voló espectacularmente para enviar al corner un zurdazo potente de Manuel Caspary. De ese tiro de esquina, nuevamente el delantero del “Viola” estuvo a punto de marcar con un cabezazo que se fue al lado del palo. Después, otro intento de cabeza por parte de Damián Acosta rozó uno de los postes.
En el complemento, la prisa de Dálmine fue aún más exagerada que en el primer tiempo. Dio la sensación de querer hacer todo en un instante. Todo rápido. Todo ya. Aquí y ahora. Y una búsqueda por demás repetida fueron los numerosos centros que la mayoría fueron rechazados por los defensores de Liniers. Al cumplirse el minuto cinco, Raúl “Dudy” Pérez probó desde el borde del área penal y Monllor respondió enviando la pelota al corner. Imposibilitado de elaborar un ataque masivo, Liniers “se la jugó” a los veintiuno con una acción de pelota detenida: Hugo Palmerola se hizo cargo de la ejecución y el golpe de cabeza de Leandro Aversa fue controlado por Pablo De Nicola.
Cuatro minutos después, un derechazo del ingresado Mariano Gorosito exigió a Monllor que con cierto esfuerzo logró echar el esférico al tiro de esquina. Inmediatamente después de esa acción, Oscar Romero despejó sobre la línea un atinado cabezazo de Damián Acosta en el área chica. El “Celeste” continuó jugando “con el freno de mano”. Y Dálmine que siguió llegando a la valla defendida por Monllor. Eran señales. Indicios de lo que iba a suceder después. Es que Liniers ni siquiera intentó el protagonismo. Dálmine fue el dueño de la situación. A los treinta y ocho minutos Gorosito bajó un centro de cabeza para la aparición de Damián Salvatierra, que la “punteó” de zurda y se fue la pelota cerca de un palo. Cuatro minutos más tarde, otro remate cruzado dentro del área penal efectuado por Renso Pérez encontró bien ubicado a Mariano Monllor que contuvo sin inconvenientes. Pero tanto va el cántaro a la fuente….. que a poco de cumplirse el minuto cuarenta y cuatro, un centro cruzado de Renso Pérez habilitó en el área a Gastón Sánchez. Éste ganó en las alturas apareciendo por detrás de Ariel Figueroa y ante la corta salida de Monllor, cediéndole el balón (desde nuestra ubicación no se pudo apreciar con claridad si impulsó la pelota con la mano) a Sergio Diduch que anotó la igualdad para el “Violeta” de Campana. Sacó Liniers del medio con el tiempo reglamentario cumplido y con cinco minutos más de tiempo adicional por jugarse. Nuevamente Dálmine tuvo la oportunidad de marcar en el área de Liniers: tras un centro de Ezequiel Fernández, Mariano Gorosito ensayó una media chilena que se perdió por el horizontal. Y a sólo dos minutos del epílogo, Pablo De Nicola le tapó un mano a mano a Maximiliano Becerra. Que, sin dudas, hubiese caído como balde de agua helada para toda la afición local. Pero esta vez el fútbol no quiso injusticias. Hubiera sido demasiado premio para Liniers. Fue empate en un gol. Imaginamos que dado lo observado fue un resultado aceptable. Un buen negocio según un casi irritante lugar común futbolístico que no repara sino en lo material, que no le presta atención a todo lo otro, a la sal del fútbol. De todos modos, el resultado no está mal. Aunque deseábamos que el equipo se atreva a jugar un poco más.
Héctor Quatrida
2 comentarios:
me parece que el sr cuatrira no tuvo en cuenta lo que habia en juego para v dalmine,ni tampoco la diferencia en la tabla, las 7ooo personas de la hinchada local,nuestros jugadores pusieron en la cancha mas que nunca,no nos olvidemos como estabamos jugando 7 partidos atras y no deciamos nada.hay que ser mas positivos con un equipo que no tiene nada de presupuesto,comparandolo con cualquier club de la categoria
Raúl, le voy a comunicar mi sincera y respetuosa opinión: Cuando un periodista asiste a un estadio para realizar una cobertura de un partido de fútbol, lo que debe tener en cuenta, fundamentalmente, es el desarrollo del encuentro. Ni lo que hay en juego para tal o cuál equipo, ni la posición en la tabla, ni la concurrencia del público.
Coincido en que los jugadores "pusieron", como usted dice, "más que nunca". En lo que a mi respecta, "como siempre". Pero igual coincido. Si usted habitualmente lee mis comentarios notará que en publicaciones anteriores(sin ir más lejos la del anterior cotejo, ante Berazategui) sostengo que: "nunca vi a un jugador de fútbol dejar de "meter" o de correr". Con lo cual, queda claro, que no tengo dudas de las sensaciones que experimentan los futbolistas al entrar a un campo de juego; de hecho, nunca las tuve.
Por último, le cuento que no tengo la misión de ser positivo, ni tampoco negativo. Un periodista(por más que sea partidario) debe tratar de ser lo más ecuánime posible. Por lo tanto, si considera que un equipo juega bien, transcribirá que jugó bien; y si estima que jugó mal, dirá que jugó mal y punto.
Gracias por comentar.
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