UAI Urquiza visitó el “Juan Antonio Arias” con el afán de obtener los tres puntos y llegar esperanzado a la última jornada para dirimir el título de campeón con Villa Dálmine. Logró el objetivo aunque con mucho ajetreo. Tuvo que levantar el resultado adverso dos veces en un encuentro disputado con mucha intensidad y de tono vibrante.
En el comienzo de las acciones empezó a vislumbrarse la postura de ambos equipos. La visita decidió hacer pie en el medio campo y monopolizar el balón. En tanto, Liniers, que sólo tuvo a Alejandro Cuevas como el jugador más movedizo saliendo de la posición, no logró realizar un traslado prolongado de la pelota. Observó con atención los movimientos de UAI Urquiza y cuando recuperó el esférico verticalizó rápidamente e intentó sorprender con remates de media distancia. Recurso que también fue utilizado por la visita, visto y considerando que tampoco podía avanzar con claridad hacia el sector defensivo de Liniers. Vamos a reconocer que el elenco de Villa Lynch es un equipo con mentalidad ofensiva, pero es evidente que ese matiz sólo se concreta con éxito cuando sorprende, cuando puede utilizar el pique de Héctor Amarilla en terrenos abiertos. Pero Liniers no le concedió a Javier Monzón ni a Jorge Coria la facilidad para darle salida a la pelota. Entonces, al no funcionar esa mecánica, el equipo “Furgonero” comenzó a impacientarse. Más aún cuando a los veintisiete minutos Silvio Fuentes clavó en un ángulo un tiro libre directo ejecutado de manera excepcional. No obstante, el conjunto dirigido por Guillermo De Lucca se vio perjudicado instantes después, debido a una acción ofensiva en la cual el arquero de “La Topadora”, Mariano Monllor, con un manotazo sacó la pelota cuando la misma había traspasado la línea de gol. Reiteradas protestas calentaron un poco el partido. Y algunos minutos más tarde, Hugo Palmerola, de contraataque, cedió el balón para Leandro Aversa que remató por encima del horizontal. En líneas generales, ninguno de los dos produjo situaciones de gran riesgo más allá de las mencionadas. Tal vez en el balance de la primera etapa mostró más aplomo Liniers a favor de su uniformidad. La misma que no pudo presentar el conjunto aspirante al título quizás por el aceleramiento que siempre resulta inconducente.
Pero como el fútbol derriba todo lo preestablecido, antes de cumplirse el primer minuto de la segunda etapa, UAI Urquiza llegó al empate casi sin proponérselo. El ingresado Ezequiel Vidal recibió un pase a la espalda de Diego Acuña y envió un centro al punto penal donde Javier Iglesias en soledad impactó el balón y anotó la igualdad. Uno a uno y la ilusión del conjunto visitante comenzó a crecer. Desde el banco de relevos partió la misiva de acuciar a Liniers. Sin rodeos. Yendo con toda su energía hacia adelante. Pero el apuro por desnivelar le obnubiló la meta. A los siete minutos el “Celeste” avisó con un potente remate de Maximiliano Portillo que rozó en un defensor y se fue al corner. Y cinco minutos después el que no perdonó fue Leandro Aversa tras una habilitación de Hugo Palmerola en un veloz contraataque. Luego del gol afloró la lucha, la fricción, las colisiones. Por parte de ambos equipos. Pero, extrañamente, hubo más infracciones del lado local. Justo cuando era el momento de no cometerlas. De ser el “dueño” del partido. De hacerse ancho con la pelota. Claro, la posesión de la misma estuvo más tiempo en los pies de la visita. Que manejó el cotejo sin llegar a dominarlo. Y Liniers jugó en función del resultado. Es que parece sentirse más cómodo cuando tiene que jugar “de punto” y no “de banca”. Lo demostró a lo largo del torneo. Al menos, en los resultados obtenidos con los equipos de mayor fuste. Pero sigamos con el partido. Liniers y UAI Urquiza fueron dos caras de una misma lucha: la cara del fútbol protagonizada por la minoría. Y la cara hosca de los que quieren trabajar de hombres malos dentro de la cancha. En ese contexto debemos señalar algunos aspectos dignos y otros inapropiados. Tirar el balón fuera de la cancha por parte de Leandro Aversa cuando el volante de Liniers tenía la posibilidad de proyectarse por su sector, fue un claro ejemplo de honestidad y caballerosidad deportiva al ver que un jugador rival estaba en el suelo. Fue una pena que no haya ocurrido lo mismo cuando Marcos Cabrera quedó lesionado dentro del campo de juego producto de un golpe que recibió en la cabeza. El elenco “Furgonero” continuó atacando en busca del empate haciendo caso omiso de la mencionada situación. Pero lo más improcedente fue la reacción que tuvo el entrenador del equipo visitante con un jugador local. Algunos comentarios suelen ser irritantes y a veces tienden a “sacar del partido” a los futbolistas. Pero como en este fútbol “todo vale”, se arregla todo con un saludo o un pedido de disculpas una vez finalizado el partido y a la hora de las declaraciones escuchamos el por demás conocido “queda todo dentro de la cancha”. Y hablando de la cancha, precisamente en ella, UAI Urquiza se acordó de lo valioso que llevó a cabo en casi la totalidad del campeonato y dio vuelta el resultado con tres apariciones fulgurantes de Ezequiel Vidal. Que no perdió el hábito de convertirle goles a Liniers para redondear un resultado final de cuatro tantos contra dos. Quizás haya sido abultada la diferencia. Es cierto. Pero fue el mejor de los dos. En este encuentro ha sido levemente superior. Pero a lo largo del torneo fue más equipo que Liniers (y que la gran mayoría, por cierto). Más armado, más organizado y con más mentalidad atacante. Por eso fue legítima su conquista.
Pero como el fútbol derriba todo lo preestablecido, antes de cumplirse el primer minuto de la segunda etapa, UAI Urquiza llegó al empate casi sin proponérselo. El ingresado Ezequiel Vidal recibió un pase a la espalda de Diego Acuña y envió un centro al punto penal donde Javier Iglesias en soledad impactó el balón y anotó la igualdad. Uno a uno y la ilusión del conjunto visitante comenzó a crecer. Desde el banco de relevos partió la misiva de acuciar a Liniers. Sin rodeos. Yendo con toda su energía hacia adelante. Pero el apuro por desnivelar le obnubiló la meta. A los siete minutos el “Celeste” avisó con un potente remate de Maximiliano Portillo que rozó en un defensor y se fue al corner. Y cinco minutos después el que no perdonó fue Leandro Aversa tras una habilitación de Hugo Palmerola en un veloz contraataque. Luego del gol afloró la lucha, la fricción, las colisiones. Por parte de ambos equipos. Pero, extrañamente, hubo más infracciones del lado local. Justo cuando era el momento de no cometerlas. De ser el “dueño” del partido. De hacerse ancho con la pelota. Claro, la posesión de la misma estuvo más tiempo en los pies de la visita. Que manejó el cotejo sin llegar a dominarlo. Y Liniers jugó en función del resultado. Es que parece sentirse más cómodo cuando tiene que jugar “de punto” y no “de banca”. Lo demostró a lo largo del torneo. Al menos, en los resultados obtenidos con los equipos de mayor fuste. Pero sigamos con el partido. Liniers y UAI Urquiza fueron dos caras de una misma lucha: la cara del fútbol protagonizada por la minoría. Y la cara hosca de los que quieren trabajar de hombres malos dentro de la cancha. En ese contexto debemos señalar algunos aspectos dignos y otros inapropiados. Tirar el balón fuera de la cancha por parte de Leandro Aversa cuando el volante de Liniers tenía la posibilidad de proyectarse por su sector, fue un claro ejemplo de honestidad y caballerosidad deportiva al ver que un jugador rival estaba en el suelo. Fue una pena que no haya ocurrido lo mismo cuando Marcos Cabrera quedó lesionado dentro del campo de juego producto de un golpe que recibió en la cabeza. El elenco “Furgonero” continuó atacando en busca del empate haciendo caso omiso de la mencionada situación. Pero lo más improcedente fue la reacción que tuvo el entrenador del equipo visitante con un jugador local. Algunos comentarios suelen ser irritantes y a veces tienden a “sacar del partido” a los futbolistas. Pero como en este fútbol “todo vale”, se arregla todo con un saludo o un pedido de disculpas una vez finalizado el partido y a la hora de las declaraciones escuchamos el por demás conocido “queda todo dentro de la cancha”. Y hablando de la cancha, precisamente en ella, UAI Urquiza se acordó de lo valioso que llevó a cabo en casi la totalidad del campeonato y dio vuelta el resultado con tres apariciones fulgurantes de Ezequiel Vidal. Que no perdió el hábito de convertirle goles a Liniers para redondear un resultado final de cuatro tantos contra dos. Quizás haya sido abultada la diferencia. Es cierto. Pero fue el mejor de los dos. En este encuentro ha sido levemente superior. Pero a lo largo del torneo fue más equipo que Liniers (y que la gran mayoría, por cierto). Más armado, más organizado y con más mentalidad atacante. Por eso fue legítima su conquista.
Héctor Quatrida
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