El partido pendiente entre Midland y Defensores Unidos se jugó bajo circunstancias anormales. Debido a los piquetes en las rutas de la zona norte, el equipo zarateño no pudo llegar en hora para disputar el partido. Tan sólo 8 jugadores pudieron hacerlo por su cuenta en remises, de los cuales sólo 4 eran titulares y 2 de ellos ni siquiera estaban convocados, ya que iban a ver el partido. En esa situación totalmente descabellada para un fútbol que dice buscar ser lo más profesional posible, Sebastián Bresba, el árbitro, presionado por Agustín Orión, hermano del presidente de Midland (necesitado de puntos para clasificar), dio comienzo el partido media hora después de lo programado. Los jugadores de zarateños debieron usar las camisetas alternativas del local, y varios de ellos jugaron en zapatillas. Incluso Bresba prestó un par de botines. Hasta un jugador de los no convocados se había comido un choripan. Lógicamente, a los 20 minutos Midland ya ganaba 4 a 0. Para el entretiempo llegaron otros 3 jugadores y pudieron completar los 11. El resultado a esta altura ya poco importaba.
Con una inocencia no del todo creíble, el Presidente de la Divisional, Fernando Araujo declaró que el partido "debió haberse suspendido y reprogramado, no creo que el CADU no haya querido jugarlo".
Una mancha para la Primera C, una categoría que hasta el momento venía bastante prolija en el desarrollo de su campeonato. También vergonzosa la actitud de la dirigencia de Midland.
Víctor Marinelli
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