Liniers se caracteriza por recibir en su estadio de la mejor manera a las delegaciones visitantes, siempre, lógicamente dentro de las posibilidades del club. Ya hace poco tiempo recibió algún premio por tal comportamiento.
A decir verdad, la mayoría de las instituciones de la C proceden de manera similar. Por sólo citar algunas debemos mencionar a UAI Urquiza, Villa Dálmine, Sportivo Dock Sud, San Miguel, Defensores de Cambaceres.
Sin embargo y como excepción debemos citar a Talleres. Toda la buena predisposición que Liniers demostró en el partido de ida, armando junto a la policía un operativo especial cuando aún ambas instituciones no habían resuelto algunos conflictos, parecen haberse olvidado rápidamente que por Escalada. Muy por el contrario, bajo el rótulo de “en Villegas nos trataron muy mal” la delegación de Liniers debió soportar múltiples inconvenientes, que felizmente no derivaron a mayores por casualidad.
En primer lugar, un supuesto directivo tallarín, con toda la estampa de barra brava, abrió un portón detrás de un arco y sólo dejó acceder a jugadores y cuerpo técnico del celeste. Los dirigentes, al decir de este personaje, debían hacerlo por la puerta principal, distante unos 300 metros del lugar, esto es, en la otra punta del estadio.
Hacia allí se acercó la delegación celeste, y luego de varios cabildeos y casi 45 minutos de espera, apareció un uniformado con la lista y pudieron ingresar. El destino fue una especie de “gallinero”, debajo de la platea local, sin servicios sanitarios, ni acceso a buffet alguno. Casualmente tampoco con uniformados custodiando la puerta de ingreso.
Por su parte Marcos Fernández parece seguir resentido con el club. En la previa, no tuvo empacho en amenazar a Daniel Garavaglia y a “Ricki” el utilero con un “ya vas a ver cuando te agarre”.
Rodolfo De Paoli y los jugadores también tuvieron contratiempos en vestuarios, y la charla técnica se armó detrás de un arco.
Para no ser menos, la prensa de Liniers tuvo sus problemas para acceder en vestuarios luego del partido, puntualmente la de este medio.
Muchos de los directivos celestes se preguntaban: “Si hoy gana Liniers, no sé como salimos de aquí”.
El resultado final del partido estuvo lejos de tal aseveración y en definitiva sirvió para que no hubiese nuevas intimidaciones.
Quien esto escribe fue uno de los más buscados por gente del local, no precisamente para confraternizar. Seguir el lema que casualmente el periodista más calificado en la historia de Talleres cultivó trae inconvenientes: El estigma de Ulises Marcelo Méndez fue “siempre con la verdad, aunque duela”. Y a Talleres le dolieron muchas verdades aquí publicadas.
Víctor Marinelli
1 comentario:
muy bueno el blog. Me pueden pasar la direccion exacta del predio donde entrenan las inferiores?
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