Gris plomizo. Del mismo color que la tarde que a las dieciocho y cuarenta y nueve se apagó definitivamente. Así fue. Por eso el fastidio, o el descontento, que flotó en los comentarios al partir. Al fin, este Liniers del cuarto partido con Berazategui no se pareció al que despuntó en el primer tiempo y un rato del segundo del encuentro con Dock Sud. Tampoco al de la aceptable actuación en Rosario, ante Central Córdoba, ni al de la supremacía ejercida la semana pasada cuando enfrentó a El Porvenir a pesar- y vale recordarlo- de la injusta derrota.
El desencanto es comprensible. Porque la defensa flaqueó por el medio pero también por los laterales. Liniers presionó a Berazategui en la mitad de la cancha. Pero el “Naranja” le devolvió, cuando pudo, la idea. Y también presionó. Aunque, claro, con una ventaja, salió mejor, más armado, más rápido, con mayor precisión, al ataque. Y cuando el tiempo reglamentario se había cumplido, Sergio Salomone definió con categoría ante el achique de Mariano Monllor, tras un pase en profundidad de Ernesto Banegas. Un refuerzo anímico importante para el conjunto local. Ya que seis minutos antes se había quedado con un jugador menos por la expulsión de Nahuel Pombo debido a una acción de juego brusco grave contra Denis Segovia. Pero a pesar de la diferencia numérica- en cantidad de jugadores, se entiende- no hubo caso. La precisión estuvo ausente y casi no apareció la movilidad. Tampoco el ingenio que hubiese servido para anticipar al rival, apropiarse de la pelota, hacerla circular, llegar al gol. Las imprecisiones en el medio se trasladaron hacia atrás. Y “Bera” funcionó cada vez mejor de la mitad hacia arriba. Con una tarea regular de sus volantes. Los que marcan y los que salen. Además, los de arriba, Salomone y Rodríguez cumplieron. Y muy bien. En Liniers crecieron los riesgos defensivos. Y creció también la figura de Monllor que anteriormente había salido un par de veces a cortar como un líbero. Y muy bien. En el momento preciso. Además de detenerle un remate a Salomone que intentó colocar el balón por encima de su humanidad, y luego lucirse ante un disparo de Julio César Rodríguez dentro del área que tenía destino de red. Asimismo, Liniers igualó el encuentro a los diecisiete minutos con una excelsa definición por encima del arquero de Alejandro Varela, tras recibir una precisa habilitación de Adrián Maldonado que había ingresado por Ariel Figueroa. También ya estaba en cancha Martín Espeche (hizo su debut en primera con la casaca celeste) reemplazando a Maximiliano Portillo. Pero diez minutos después, en una acción de contraataque, Matías Italiani con un zurdazo implacable puso las cosas dos a uno. Y vuelta a empezar. El “Celeste” con mucho amor propio fue en busca del empate. Pero no hubo juego sino lucha. No obstante, en esa lucha Liniers encontró la igualdad: Ernesto Banegas tomó del cuello a Marcos Cabrera dentro del área y el árbitro, Ariel Penel, de muy buena labor, sancionó el penal. En primera instancia, Diego Gómez detuvo la ejecución de Hugo Palmerola pero en el rebote el delantero de la “Topadora” anotó de cabeza. El empate parecía sellado. Quedaban sólo cinco minutos. Aunque ambos conjuntos querían ganarlo. Cada uno con sus armas. A Liniers le quedaban fuerzas. A Berazategui le quedó una “contra”. Y, tras la maniobra individual con posterior definición de Julio César Rodríguez, el “Naranja” sentenció el tres a dos final. En el epílogo, Berazategui sufrió una expulsión más por una fuerte entrada del ingresado Demián Gómez sobre Maldonado, y en el tercer- y último- minuto de adición Alejandro Varela pudo haber empatado con un disparo de zurda que pasó muy cerca de uno de los palos.
Pero la historia recién comienza. Es apenas un ensayo. El de una idea que suscribimos. Y, confiamos, será resplandeciente. Aunque, por momentos, parezca en penumbra. Lo que no va a cambiar, sin dudas, será la propuesta.
Héctor Quatrida
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