RAFAGA LETAL PARA ESPERANZARSE

El peso de la historia: 17 años son muchos, y en ese lapso varias veces el celeste frustró al violeta. Por qué esta vez no podía volver a repetirse… Una ráfaga letal de fútbol y goles hizo llenar de esperanza a la parcialidad celeste.

Para Liniers era una especie de partido bisagra. Esos en los que está en juego si el equipo tiene pasta para pelear cosas importantes.

Las expectativas se superaron claramente. Es que La Topadora jugó el partido como una final, demostrando que el flaco pasado en puntos puede revertirse en el futuro. Concentrado, con órden, determinación, garra y efectividad aprovechó al máximo sus oportunidades, con figuras que rayaron a gran altura como Monllor, Cabrera, Romero y fundamentalmente Palmerola, que enloqueció a toda la defensa violeta.

Dálmine venía precedido de los mejores antecedentes, pero no los pudo plasmar. Apenas insinuó por momentos, pero nunca se sintió cómodo, y ése fue el mérito de Liniers.

Esta vez De Paoli dejó de lado los tres delanteros, pero reforzó convenientemente el medio y tuvo salida por los laterales. Aparecieron las pequeñas sociedades: Cuevas-Palmerola por derecha, Figueroa-Sawicki por izquierda, Ruíz asistiendo por ambos flancos.

El partido tuvo clima de final y emotividad desde el comienzo. La propuesta de Dálmine lo posibilitaba. Liniers siempre con el control de la pelota y la iniciativa en el juego implicaron el dominio del partido con algunas llegadas netas. A los 18 combinaron Sawicki y Figueroa, cesión a Varela y definición de zurda del delantero que Fernández angustiosamente desvía sobre la línea.

El equipo violeta apostó al juego aéreo y la marca fuerte, generalmente al límite, ante la permisividad del árbitro Giménez. Navarro mereció la roja por fuerte infracción a Ruíz. Renzo Pérez se mostró penetrante por derecha, y a los 21 quedó mano a mano con Monllor que devolvió el envío, el rebote le cayó a Diduch que remató de media vuelta, salvando Sawicki cerca del arco.

En la media hora ante una salida del área de De Nicola, probó Romero cerca de un poste. Para el retornado volante pareció un anticipo de lo que luego acontecería.

El complemento traería las emociones. Dálmine a los 4, ante un error de Pardini, tuvo en los pies de Cáspary la apertura, pero definió sin fuerza y Monllor salvó sobre un costado desactivando el peligro. A los 12 el pizarrón funcionó adecuadamente: tiro libre de Ruíz cabezazo a la red de Cabrera, ante una defensa que tiró mal el achique.

Con presión en todos los sectores, Liniers le cerró los caminos al violeta. Un error de Ruíz frente al árbitro dejó al equipo con 10, pero no se iba a sentir por el esfuerzo de los que quedaron. Poco después jugada calcada: tiro libre de Varela, entrada de Cabrera y la pelota rozó el travesaño. Instantes después nuevo error del árbitro: envío de Figueroa que empalmó Varela dentro del área y rebote en la mano de Navarro cuando la pelota tenía destino de gol. Al margen de la intención o no, era penal indiscutible.

En Liniers ya estaba en cancha Nilo Vigna, que luego de una semana muy complicada, aparecía con enjundia buscando el desequilibrio.

El partido parecía controlado, a pesar de la inferioridad numérica. Pero llegó un error defensivo y Cáspery de zurda no falló estableciendo el empate.

Por un momento dio la sensación que todo se podía derrumbar. Villa Dálmine se sintió ganador. Fue por más: Dudy Pérez apareció en un tiro libre que se fue cerca y faltando 10 minutos Cáspery solo frente al arco cabeceó desviado, cuando Monllor volaba sobre su palo derecho.

Pero La Topadora tenía su arma letal. Hugo Palmerola, imparable toda la tarde para los defensores visitantes. Velocidad desequilibrante por izquierda y diagonales que eran puñaladas. Una de ellas permitió la entrada sorprendente de Romero por derecha y el remate sesgado del volante entró por el primer palo. Locura total. Luego de varios años el Negro volvía a convertir. En medio de la algarabía apareció nuevamente el árbitro Giménez para expulsar al preparador físico Carlos Fontana por “exceso en el festejo”.

Enceguecido fue la visita por el empate, y una vez más chocó contra la jerarquía de Monllor que magistralmente le tapó un remate de Unzurrunzaga junto a un poste. La respuesta no se hizo esperar: contragolpe de Romero, que solo frente a De Nicola cedió con gran generosidad a Palmerola que con pelota y todo entró dentro del arco. En 5 minutos, una ráfaga fulminante con Palmerola y Romero como partícipes necesarios, y Liniers que se quedaba con la victoria.

Al final siguió insistiendo la visita que tuvo un par de situaciones más, como para demostrar que tal vez la diferencia debió ser de un gol.

El éxito se jerarquiza por el rival. Es el gran triunfo, no sólo en este campeonato, sino en el año, abarcando la segunda parte del último torneo. Por primera vez alcanzó en 17 partidos a marcar 3 goles, y su rival por primera vez recibió tal cantidad, cortándole 11 fechas de invicto.

Una ráfaga letal, que apunta a la esperanza de pelear una posibilidad de ascenso.

Víctor Marinelli