LINIERS LO GANO DESDE EL ALMA

Un triunfo necesario como el oxígeno. Ahora seguramente el espectador que vio el partido no puede entender bien qué pasó. Desde dónde justificar este éxito tan importante obtenido en cancha de Argentino de Merlo. Parecen no haber razones lógicas. Trataremos de explicarlo, aunque no creemos poder justificarlo.

El fantasma de Los Polvorines pareció rondar durante los primeros minutos. Argentino dueño total del partido, Liniers sin poder hacer pie. Ya al minuto Monllor tuvo su primer intervención favorable ante un remate de media distancia de Verdún, luego a los 6 Iglesias disparó apenas alto y a los 15 en otra ráfaga ofensiva del local, Casais en su intento por despejar otro envío aéreo rechazó de cabeza para atrás y el balón dio en el travesaño de su propio arco. El sector izquierdo de La Topadora era otra vez una invitación para que aprovechara el adversario . A los 29 media chilena de Verdún dentro del área apenas desviada y a los 32 por segunda vez el palo de Monllor tembló otra vez ante un cabezazo de Iglesias. Cinco llegadas claras de un Argentino que ya preparaba servilleta y cubiertos para el banquete. Sin embargo, a los 36 en su primer acercamiento Liniers avisó lo que acontecería instantes después: Cuevas, el más penetrante, avanzó por su sector y combinó con el prolijo Sawicki, que a su vez habilitó por derecha a Acuña, quien cedió por afuera a Casais, cuyo remate cruzado no encontró nadie por el centro del área para empujarla. La pelota fue de izquierda a derecha con precisión. Un minuto después jugada similar, esta vez sin la intervención de Sawicki. La diferencia fue la aparición fulminante de Portillo para inflar las redes de Ponce y poner el sorprendente 1 a 0. El gol fue un balde de agua helada para el local que no pudo reaccionar hasta el cierre de la etapa. Liniers por el contrario comenzó a afianzarse.

En el complemento esa imagen final se profundizó. Liniers con la pequeña sociedad entre Acuña y Casais generó el primer acercamiento con un remate del volante paralelo a la línea de fondo que nadie pudo conectar. Pero a los 10 una proyección a destiempo de Figueroa, derivó en una infracción obligada y llegó la jugada de pizarrón preparada de Merlo: tiro libre de Sebastián Ruíz, media chilena de Martínez por el segundo palo y entrada de Chiacchiara por adentro para decretar el empate, que llegaba en el mejor momento de La Topadora. Tal vez en ese momento muchos pensamos que se venía la noche. Y aquí comienza a explicarse, si es que se puede, el por qué ganó Liniers. El gol del empate fue un punto de inflexión. La reacción anímica del equipo fue increíble. Comandados por Casais, con un Portillo fuerte y penetrante, y un Palmerola vertical y con determinación, Liniers fue en busca del triunfo. Sintió que lo merecía, sintió que le estaban robando algo que tenía atesorado, al margen de aquél comienzo poco felíz del partido. Y Palmerola dos minutos después hizo revolcar a Ponce con un remate de media distancia. Se lesionó Cuevas y los técnicos (incluímos también a Carlos Fontana en el banco) hicieron ingresar a Sebastián Allende, esta vez para cubrir el carril izquierdo. El pibe cumplió con creces otra vez. Argentino se sintió confiado y fue en busca del desnivel. Por dos veces a los 23 otra vez los palos fueron aliados de Monllor. Primero ante un zurdazo de Lousa y luego ante un remate de Barrientos. Cinco minutos después el travesaño, por si fuera poco, ante un cebezazo de Chiacchiara, tras un tiro libre de Sebastián Ruíz. Por allí se escuchó en la tribuna de Liniers: “Hoy lo ganamos”, desde ese viejo adagio de que “los goles que perdés en el arco ajeno los pagás en el propio”. Y fue así nomás: A los 34 foul a Hugo Palmerola en el sector izquierdo del área. Centro de Casais, un maestro para estas ocasiones, y el propio Palmerola la empalmó de derecha dentro del área para dejar desairado al arquero y correr festejando con el torso desnudo su debut en la red en esta temporada. Merlo no entendía bien lo que pasaba. Liniers, increíblemente siguió clavándole los ojos al arco rival. A los 40 Palmerola hizo otra vez estremecer al sorprendido Ponce, que esta vez respondió con acierto. En un arresto final Argentino tuvo un par de peloteos frente a la valla de Monllor que nuevamente estuvo impecable en sus intervenciones, y como último recurso en el descuento fue Figueroa casi desde la boca del arco el que aventó el riesgo. Para ser coherentes con todo lo propuesto en el campo, los cambios de La Topadora no marcaron ninguna tendencia al conformismo. Y Varela en el poco tiempo que estuvo, también se puso el overol para defender el triunfo.

Es casi imposible justificar un triunfo cuando los palos por 5 veces devolvieron remates con destino de gol. Pero si podemos explicar desde dónde ganó Liniers el partido. Se lleva el triunfo por creer siempre que podía, aún en los momentos más difíciles. Lo ganó desde el convencimiento, desde el mensaje que llegó de los técnicos y desde el amor propio. Desde el fuego sagrado de sus jugadores que saben bien que la historia que venía torcida hasta el momento puede revertirse. Se cometieron errores en el pasado, pero se está a tiempo de cambiar. La actitud demostrada ante Luján, aún con un terreno imposible en el segundo tiempo, marcó el comienzo; y ese desgaste no fue mella esta vez. El equipo con la garra y el corazón desparramados en el terreno de Merlo, se llevó por delante cualquier tipo de merecimientos que haya tenido Argentino. Liniers lo ganó desde el alma.

Víctor Marinelli