SIN VENCEDORES, NI VENCIDOS

Empezaremos el comentario sabiendo que, al concluirlo, y cuando tengamos que hacer esa tarea de los números finales, que son datos meramente estadísticos y que no son determinantes para interpretar un partido de fútbol (y en lo que, además, a título personal, no confío demasiado), no habrá dificultad para la elección de la figura. Pero no por que haya habido alguna descollante que no nos haga dudar ni un segundo en mencionarla. Todo lo contrario. Sino que ésta vez la figura, o las figuras que a veces son muchas, se ausentaron sin aviso. Ni siquiera nos hará falta repasar la libreta de apuntes (casi vacía, por cierto) para contabilizar las situaciones de gol recogidas durante el partido. Es que la mayor parte del encuentro estuvo signado por las infracciones. Por el constante meter, meter y meter. El juego brilló por su ausencia. Emulando el partido anterior, Liniers siguió en la misma tesitura: la de apretar, quizás exageradamente, al rival en su terreno. Tuvo intentos para llegar hasta el arco adversario. Pero confusamente. En base más a fuerza que a astucia. Las oportunidades más claras fueron dos acciones de pelota detenida: la primera tuvo como protagonista a Daniel Casais y la segunda a Hugo Palmerola. Ambos tiros libres fueron enviados al corner en gran estirada por Marcos Fernández. Por parte de la visita, sólo un remate de Román Gnocchi desde fuera del área que se fue muy lejos.

La segunda parte no ofreció variantes sustanciales. Al comienzo, Talleres se apropió de la iniciativa, pero no forzó situaciones de gol. Para colmo, sobre los 18 minutos se quedó sin su jugador más peligroso en ofensiva, Juan Brunetti. Víctima del inflexible árbitro que hace tiempo nos tiene acostumbrados a su “tarjeta fácil”. En tanto el “Celeste”, ya con el ingreso de Brian Fort al terreno de juego más la variante de Nilo Vigna en reemplazo de Diego Acuña, no dudó en merodear con insistencia el campo rival. Pero paralelamente pudo establecerse la inutilidad de una ofensiva poco clara. Sólo siguió llegando por impulsos de su fogosidad. Las alternativas del juego, las principales, quedaron circunscriptas al centro de la cancha. Que Liniers trasladó con alguna frecuencia. Y Talleres no tanto.

Cuando el tiempo reglamentario se había cumplido el juez adicionó tres minutos más. No hacía falta. El encuentro no daba para más. Con mucho pesar, debimos decir que afortunadamente el cotejo terminó. La punta del ovillo tampoco esta vez apareció. Aunque, vale reiterarlo, como ante Excursionistas, Liniers hizo lo necesario para ganar. Pero sus merecimientos no pasan por la calidad de su fútbol, sino por su buena voluntad, por su tozudez. Hoy, siguió lejos del ideal. De su consolidación como equipo. Habrá que seguir esperando. Por lo menos para ver lo que queremos.

Héctor Quatrida