A pesar de la partida de Osvaldo Ruggero como entrenador de “La Topadora”, Liniers dejó atrás la inmerecida derrota ante Alem obteniendo un inobjetable triunfo sobre Midland por la mínima diferencia. El resultado final fue exiguo de acuerdo a las innumerables situaciones de gol que tuvieron los “Celestes” frente al arco visitante. Además del criterioso manejo del balón que exhibió Liniers en la mayor parte del cotejo.
Desde el pitazo inicial Liniers tomó la iniciativa y al minuto de juego hizo lucir a Juan Gómez, arquero visitante. No obstante, un minuto más tarde el “Funebrero” se aproximó con un remate de Carlos Bataras que pasó muy cerca de uno de los palos. Igualmente el “Celeste” fue el equipo que continuó generando fútbol, ofreciendo volumen de juego, jugando con un gran sentido estético y sosteniendo que se puede jugar bien al fútbol en cualquier categoría, si uno se lo propone, claro.
Por eso no resultó extraño que pronto llegara el gol de Liniers: se cumplía el minuto 29 cuando Hugo Palmerola –de excelente labor- con su habitual desborde y centro atrás, posibilitó que la maniobra finalizara en gol de Luis Stansiola. El primero que convirtió en la actual temporada. Y estuvo cerca de señalar el segundo cuando tras un error de Maximiliano López, se fue derecho hacia al arco defendido por Juan Gómez que logró tapar el mano a mano. Fue una chance inmejorable para estirar a dos la ventaja antes de que finalizara la primera etapa. Más allá de la virtud del arquero de estar bien colocado, el mediocampista sabe que definió mal y que estas cosas pueden pasar como en el partido con Alem. Tanto es así, que tres minutos antes de ir camino a los vestuarios, Ignacio Bilbao tuvo la oportunidad de igualar el encuentro sino fuese por la estupenda intervención de Marcos Fernández.
En los segundos cuarenta y cinco minutos se vio la misma película que en los primeros. Liniers siguió siendo el dueño absoluto del partido ante un descolorido Midland que, a pesar de los cambios efectuados para darle mayor agresividad al equipo (ingresó el experimentado delantero Alberto Meineke), careció de ideas claras para infiltrarse en la zona defensiva de Liniers que estuvo inaccesible. En tanto, en la faz ofensiva la “Topadora” tuvo la paciencia que hay que tener: tocar, tocar y tocar. Así apareció la chance del espacio vacío, posibilitando el pase milimétrico. Sólo faltó, como se dice habitualmente, la puntada final. Dos veces lo tuvo Daniel Casais, una Nilo Vigna, una Leandro Aversa y en tres oportunidades Juan Brunetti. Dejando en evidencia que podría haber sido una goleada histórica.
Ganó Liniers. No es poco. Con rostros apesadumbrados y con algo de nostalgia, los jugadores le dedicaron el triunfo al cuerpo técnico saliente. Seguro que los van a extrañar. No obstante, en el terreno de juego demostraron que poseen la entereza para revertir todo tipo de situaciones, para marchar hacia el frente en busca de un objetivo.
Ha concluido un ciclo que fue fructífero para la institución. Al mismo tiempo que comenzó otro que imaginamos será digno y venturoso. Como en la vida, en el fútbol a veces las cosas suceden intempestivamente. O a lo mejor no. Esas cosas suelen dirimirse frente al espejo. Un espejo que nos conecta con lo que realmente somos, con lo que alguna vez fuimos y ya no somos y con lo que aspiramos a ser en un futuro.
Hoy no es tiempo de dramas ni de manifestaciones dignas de la desmesura. Es tiempo de seguir apoyando lo que se comenzó a construir. Seguir con Liniers como siempre y hasta siempre. En épocas de bonanza es fácil decirlo. Ahora, cuando la mano viene cambiada, es el momento de reafirmar convicciones y sostener sentimientos.
Desde el pitazo inicial Liniers tomó la iniciativa y al minuto de juego hizo lucir a Juan Gómez, arquero visitante. No obstante, un minuto más tarde el “Funebrero” se aproximó con un remate de Carlos Bataras que pasó muy cerca de uno de los palos. Igualmente el “Celeste” fue el equipo que continuó generando fútbol, ofreciendo volumen de juego, jugando con un gran sentido estético y sosteniendo que se puede jugar bien al fútbol en cualquier categoría, si uno se lo propone, claro.
Por eso no resultó extraño que pronto llegara el gol de Liniers: se cumplía el minuto 29 cuando Hugo Palmerola –de excelente labor- con su habitual desborde y centro atrás, posibilitó que la maniobra finalizara en gol de Luis Stansiola. El primero que convirtió en la actual temporada. Y estuvo cerca de señalar el segundo cuando tras un error de Maximiliano López, se fue derecho hacia al arco defendido por Juan Gómez que logró tapar el mano a mano. Fue una chance inmejorable para estirar a dos la ventaja antes de que finalizara la primera etapa. Más allá de la virtud del arquero de estar bien colocado, el mediocampista sabe que definió mal y que estas cosas pueden pasar como en el partido con Alem. Tanto es así, que tres minutos antes de ir camino a los vestuarios, Ignacio Bilbao tuvo la oportunidad de igualar el encuentro sino fuese por la estupenda intervención de Marcos Fernández.
En los segundos cuarenta y cinco minutos se vio la misma película que en los primeros. Liniers siguió siendo el dueño absoluto del partido ante un descolorido Midland que, a pesar de los cambios efectuados para darle mayor agresividad al equipo (ingresó el experimentado delantero Alberto Meineke), careció de ideas claras para infiltrarse en la zona defensiva de Liniers que estuvo inaccesible. En tanto, en la faz ofensiva la “Topadora” tuvo la paciencia que hay que tener: tocar, tocar y tocar. Así apareció la chance del espacio vacío, posibilitando el pase milimétrico. Sólo faltó, como se dice habitualmente, la puntada final. Dos veces lo tuvo Daniel Casais, una Nilo Vigna, una Leandro Aversa y en tres oportunidades Juan Brunetti. Dejando en evidencia que podría haber sido una goleada histórica.
Ganó Liniers. No es poco. Con rostros apesadumbrados y con algo de nostalgia, los jugadores le dedicaron el triunfo al cuerpo técnico saliente. Seguro que los van a extrañar. No obstante, en el terreno de juego demostraron que poseen la entereza para revertir todo tipo de situaciones, para marchar hacia el frente en busca de un objetivo.
Ha concluido un ciclo que fue fructífero para la institución. Al mismo tiempo que comenzó otro que imaginamos será digno y venturoso. Como en la vida, en el fútbol a veces las cosas suceden intempestivamente. O a lo mejor no. Esas cosas suelen dirimirse frente al espejo. Un espejo que nos conecta con lo que realmente somos, con lo que alguna vez fuimos y ya no somos y con lo que aspiramos a ser en un futuro.
Hoy no es tiempo de dramas ni de manifestaciones dignas de la desmesura. Es tiempo de seguir apoyando lo que se comenzó a construir. Seguir con Liniers como siempre y hasta siempre. En épocas de bonanza es fácil decirlo. Ahora, cuando la mano viene cambiada, es el momento de reafirmar convicciones y sostener sentimientos.
Héctor Quatrida
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