Si a comienzos de la temporada alguien nos hubiese dicho que en las primeras once fechas Liniers conseguiría la mitad de los puntos que necesita para mantener la categoría, lo hubiéramos mirado de reojo, como mínimo. Si además nos decía que en esa recta inicial estarían por detrás equipos de la talla de Talleres, Laferrere, Berazategui o Excursionistas, pensaríamos que podría tratarse de algo casi inverosímil.
Del mismo modo que muchos lo creerán ahora, si le decimos que no nos dejó conforme la igualdad ante Deportivo Laferrere de visitante (aunque a priori un empate en ese estadio no era un mal resultado) ¿Por qué? Porque la producción del “Celeste” en los primeros cuarenta y cinco minutos fue excepcional. De antología. De galera y bastón. Sacando a pasear al “Villero” en su propio campo y ante toda su afición. En esa primera etapa, “La Topadora” exhibió su potencial. Con las armas que ya le conocemos: toque, rotación, circulación bien entendida. Por todo ello, estuvimos en presencia de una de las mejores performances del equipo dirigido por Osvaldo Ruggero. Por la presión aplicada (que asfixió a los locales contra su campo), por la limpieza de las maniobras, por la celeridad con la que se llegaba hasta el arco y por la cantidad de situaciones que se crearon. Laferrere, por su parte, sometido ante el avasallamiento de Liniers, no le quedó otra que “mirar” el reloj deseando que termine pronto la primera etapa. Para Liniers, el 1-0 (definición con pierna derecha de Juan Brunetti, tras pase de Luis Stansiola a los 29) con el que se fue al descanso resultó exiguo.
Del mismo modo que muchos lo creerán ahora, si le decimos que no nos dejó conforme la igualdad ante Deportivo Laferrere de visitante (aunque a priori un empate en ese estadio no era un mal resultado) ¿Por qué? Porque la producción del “Celeste” en los primeros cuarenta y cinco minutos fue excepcional. De antología. De galera y bastón. Sacando a pasear al “Villero” en su propio campo y ante toda su afición. En esa primera etapa, “La Topadora” exhibió su potencial. Con las armas que ya le conocemos: toque, rotación, circulación bien entendida. Por todo ello, estuvimos en presencia de una de las mejores performances del equipo dirigido por Osvaldo Ruggero. Por la presión aplicada (que asfixió a los locales contra su campo), por la limpieza de las maniobras, por la celeridad con la que se llegaba hasta el arco y por la cantidad de situaciones que se crearon. Laferrere, por su parte, sometido ante el avasallamiento de Liniers, no le quedó otra que “mirar” el reloj deseando que termine pronto la primera etapa. Para Liniers, el 1-0 (definición con pierna derecha de Juan Brunetti, tras pase de Luis Stansiola a los 29) con el que se fue al descanso resultó exiguo.
En el complemento algunas cosas cambiaron. Por el lado de Laferrere no mucho. Continuó demostrando su escasa imaginación para dominar un cotejo. No obstante, logró arrinconar a Liniers hacia la valla defendida por Marcos Fernández. De esa manera, en el elenco visitante comenzaron los contratiempos. Costó reconocer, en los momentos de oscuridad creativa a los mismos protagonistas capaces de brindar magníficos espectáculos como lo habían hecho en el primer tiempo, y también en anteriores actuaciones. Laferrere se aprovechó de ello. Y a los 33 consiguió la igualdad a través de Adrián Castro. Fue el premio a un conjunto que puso mucho empeño para no quedarse sin nada, a pesar de sus limitaciones. Liniers, en tanto, trató de recuperar lo que había conseguido en la etapa inicial. Pero se le hizo cuesta arriba. Careció del volumen de juego que evidenció anteriormente. Y, finalmente, el empate en un gol terminó siendo lo más justo.
Aunque duela reconocerlo, ya que una vez más “La Topadora”, colectivamente, manifestó una clara superioridad ante su oponente. Con eso habrá que quedarse. El equipo conserva jerarquía, aún cuando no se consiguen los tres puntos. No siempre la nota es un diez. Pero siempre le alcanza para eximirse, nunca para reprobar.
Héctor Quatrida
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