Habrá que tomarlo con calma. Han pasado pocas horas de la primera derrota de Liniers en el torneo (y la segunda del corriente año en condición de local) y todavía nos cuesta digerir el reciente encuentro perdido.
Pero hay que decirlo sin tantos rodeos: en este cotejo, el “Celeste” no tuvo la brillantez que exhibió anteriormente en numerosas oportunidades. Como nos tiene acostumbrados a ver. Con esa manera de jugar que genera placer. Un placer que siente el que juega pero también que se proporciona al que sabe ver. Al que mira disfrutando. Esta vez, nada de eso ocurrió. No hubo goce. Casi no pudo elaborar jugadas a un toque en velocidad. Y, si bien, es cierto que el campo de juego no estuvo en las mejores condiciones, a pesar de los innumerables esfuerzos realizados, quedó la impresión de que aun cuando el partido se hubiera desarrollado normalmente, se habría llegado al mismo resultado. Y no porque Berazategui haya sido un derroche de virtudes. Tampoco fue tan así. Hizo valer el buen trabajo de su línea de fondo, y salvo en los momentos iniciales, cuando el mediocampo visitante y especialmente Ricardo Vendakis no lograba asentarse, el desempeño de la retaguardia “Naranja” fue tan eficiente que los ataques de “La Topadora”, pese al entendimiento y rapidez de los integrantes de este maravilloso equipo, no llevaron mayor inquietud a la valla defendida por César González. Para colmo, el partido perdió la calma y comenzaron las fricciones. Liniers trató de aportar buen juego, buen ritmo, jugadores que quisieron la pelota, pero no siempre la usaron con criterio. Por el lado de la visita, hubo gente que buscó siempre el cuerpo del rival. Y en menor medida la pelota. Aunque, de todas maneras, se las ingenió para llevar peligro al arco defendido por Marcos Fernández. A los 35 minutos, un cabezazo de Ricardo Vendakis dio en el travesaño, tras un tiro de esquina ejecutado por Gustavo Pastor. Y cuatro minutos más tarde, el mismo Pastor cedió un preciso pase a Nahuel Pombo, que con potente disparo rasante señaló la única conquista de la tarde.
En el complemento, Liniers salió sin cambios, pero a los diez minutos Nilo Vigna sustituyó a Oscar Romero para otorgar mayor volumen de juego. Luis Stansiola comenzó a aparecer picando vacío desde atrás. Y a los 24 minutos, suscitó la expulsión de José Iribarne por una clara infracción que le cometió al borde del área penal. Sobre los 26, ingresó Alejandro Varela y encontró a Liniers en pleno ataque. Aun así, el “Celeste” no transmitió esa sensación de peligrosidad que hace mucho tiempo viene manifestando. Con el agregado de que César González no fue exigido a fondo. En tanto, dio la sensación de que a los “Naranjas” no los intranquilizó la visión de una posible derrota. Por parte del “Celeste” se produjeron las situaciones que razonablemente cabe esperar cuando el equipo posee una enorme calidad: algunos violentos remates de Palmerola y una media vuelta de Brunetti que no llegaron a destino. Liniers no depuso su ánimo para la lucha. De todos modos, no alcanzó para lograr al menos la igualdad.
Hay que tomarlo con calma. Se ha perdido un partido. Ni más, ni menos. Los rostros apesadumbrados del final evidenciaron que este plantel no está acostumbrado a perder. Aunque poseen la fortaleza para soportar una derrota.
Héctor Quatrida
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