Una vez más, Liniers escribió un capítulo importantísimo en su rica historia futbolística. Como en el 93. Curiosamente, San Martín también fue protagonista de esa leyenda. Pero, sin entrar en el terreno de las comparaciones, esta formación, al igual que aquel estupendo equipo, gambeteó desventuras y puso el pecho cuando la adversidad lo sacudió. Por eso, crece la ilusión y ningún hincha “celeste” quiere despertarse de este mágico sueño que durará hasta el sábado 22.
Y sí. Hubo que sufrir un poquito. Es cierto. Pero ya sabemos. El fútbol es un deporte imperfecto e impredecible. A su vez, hermoso y fascinante. Tanto es así, que es capaz de derribar toda frase hecha. Como aquella que dice “las finales no se juegan, se ganan”. Bueno, Liniers la ganó jugando. Porque si hay que señalar algún rasgo sobresaliente de este equipo, es la firme convicción que posee. Siempre mantuvo su manera de ser, su manera de jugar (dime cómo juegas y te diré quién eres) y nunca renunció a su generoso estilo para buscar los partidos. Por más parada brava que se le presente. Y esta fue una de ellas. Una escenografía deslumbrante, mucha concurrencia y enfrente un equipo que durante el desarrollo del torneo, había hecho sobrados méritos para lograr el título. Liniers soportó todo eso. Y lo sorteó. Al principio, con dificultad. San Martín fue un aluvión en el primer cuarto de hora. Ortega tuvo la más clara a los 5, pero elevó su remate ante el achique de Marcos Fernández. Enseguida, el “Celeste” emparejó las acciones. Comenzó a mostrar seguridad para jugar a un toque en velocidad. Y, si bien, no llegó con tanto peligro al arco defendido por Ferlauto, se notó que a los “Azules” se les hizo engorroso el partido. Es que, la “Topadora” le fue tomando la mano a su rival. Y a los 42, ratificando uno de los puntos más altos del equipo, sacó provecho de su fortaleza en el juego aéreo: córner ejecutado por Silvio Fuentes y cabezazo perfecto de Ángel López para irse al descanso con la ventaja de un gol.
Para los de Burzaco, el segundo tiempo empezó muy distinto al primero. El elenco local evidenció una notoria incapacidad para desequilibrar al conjunto de Osvaldo Ruggero, que de entrada capturó el balón haciéndolo circular de manera correcta, y con el correr de los minutos desnudó gruesos errores del equipo de Guillermo De Lucca. El entrenador de San Martín, para intentar remontar el resultado, ordenó el ingreso de Lucas Godoy por Medina a los 14 minutos. Aunque la movida no aportó demasiado. No obstante, logró empatar a los 32 a través de Lucas Tiedemann. Causó extrañeza. Ya que, al conjunto local se lo notó totalmente desorientado hasta ese momento. Y además, los de Villegas habían tenido algunas oportunidades para ampliar el marcador. Como era de esperar, en los últimos minutos San Martín fue decididamente en busca del desequilibrio. Con más empuje que ideas. Pero la defensa “Celeste” respondió con un rigor que incomodó a los locales. En tiempo de descuento, Ferlauto impidió que Portillo conquistara el gol de la victoria. Fue la más clara del complemento. A pesar de los embates de San Martín en el final, Liniers fue más resuelto que su adversario y el que generó la última acción de riesgo en el partido. Al minuto pitó Lamolina y todo terminó en paz. Los hinchas locales reconocieron la eliminación y despidieron a los suyos con un cálido aplauso. Los jugadores de Liniers se retiraron celebrando. El clima es el mejor. De todas maneras, ya se está pensando en el próximo rival. Que será duro. Sin dudas. No importa. Tenemos que salir a ganar. Salir a ganar jugando, como lo sabe hacer este equipo. Como lo demostró más de una vez.
Y sí. Hubo que sufrir un poquito. Es cierto. Pero ya sabemos. El fútbol es un deporte imperfecto e impredecible. A su vez, hermoso y fascinante. Tanto es así, que es capaz de derribar toda frase hecha. Como aquella que dice “las finales no se juegan, se ganan”. Bueno, Liniers la ganó jugando. Porque si hay que señalar algún rasgo sobresaliente de este equipo, es la firme convicción que posee. Siempre mantuvo su manera de ser, su manera de jugar (dime cómo juegas y te diré quién eres) y nunca renunció a su generoso estilo para buscar los partidos. Por más parada brava que se le presente. Y esta fue una de ellas. Una escenografía deslumbrante, mucha concurrencia y enfrente un equipo que durante el desarrollo del torneo, había hecho sobrados méritos para lograr el título. Liniers soportó todo eso. Y lo sorteó. Al principio, con dificultad. San Martín fue un aluvión en el primer cuarto de hora. Ortega tuvo la más clara a los 5, pero elevó su remate ante el achique de Marcos Fernández. Enseguida, el “Celeste” emparejó las acciones. Comenzó a mostrar seguridad para jugar a un toque en velocidad. Y, si bien, no llegó con tanto peligro al arco defendido por Ferlauto, se notó que a los “Azules” se les hizo engorroso el partido. Es que, la “Topadora” le fue tomando la mano a su rival. Y a los 42, ratificando uno de los puntos más altos del equipo, sacó provecho de su fortaleza en el juego aéreo: córner ejecutado por Silvio Fuentes y cabezazo perfecto de Ángel López para irse al descanso con la ventaja de un gol.
Para los de Burzaco, el segundo tiempo empezó muy distinto al primero. El elenco local evidenció una notoria incapacidad para desequilibrar al conjunto de Osvaldo Ruggero, que de entrada capturó el balón haciéndolo circular de manera correcta, y con el correr de los minutos desnudó gruesos errores del equipo de Guillermo De Lucca. El entrenador de San Martín, para intentar remontar el resultado, ordenó el ingreso de Lucas Godoy por Medina a los 14 minutos. Aunque la movida no aportó demasiado. No obstante, logró empatar a los 32 a través de Lucas Tiedemann. Causó extrañeza. Ya que, al conjunto local se lo notó totalmente desorientado hasta ese momento. Y además, los de Villegas habían tenido algunas oportunidades para ampliar el marcador. Como era de esperar, en los últimos minutos San Martín fue decididamente en busca del desequilibrio. Con más empuje que ideas. Pero la defensa “Celeste” respondió con un rigor que incomodó a los locales. En tiempo de descuento, Ferlauto impidió que Portillo conquistara el gol de la victoria. Fue la más clara del complemento. A pesar de los embates de San Martín en el final, Liniers fue más resuelto que su adversario y el que generó la última acción de riesgo en el partido. Al minuto pitó Lamolina y todo terminó en paz. Los hinchas locales reconocieron la eliminación y despidieron a los suyos con un cálido aplauso. Los jugadores de Liniers se retiraron celebrando. El clima es el mejor. De todas maneras, ya se está pensando en el próximo rival. Que será duro. Sin dudas. No importa. Tenemos que salir a ganar. Salir a ganar jugando, como lo sabe hacer este equipo. Como lo demostró más de una vez.
Héctor Quatrida
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