Uno ya se acostumbró a los vaivenes incomprensibles de este equipo. El hincha, que desconoce ciertos pormenores y carece de frialdad para juzgar a otros, también. Por eso no silba en las malas, por ejemplo, y es capaz de aplaudir (como sucedió el sábado ante Claypole) al término de un partido jugado de local, aunque no se hayan obtenido los tres puntos. En realidad no era necesario que la pelota echase a rodar para saber que Liniers es potencialmente más que Claypole. No descubrimos nada. Pero las superioridades deben demostrarse. En la cancha y en la red. Y en forma neta, terminante, como para que no quede ninguna duda. Liniers no pudo o no supo hacerlo. Nos imaginamos que quiso. Porque si hay algo que debemos reconocerle a este conjunto, es que siempre salió al frente a buscar el resultado. Juegue en la cancha que juegue. Y ante los rivales más encumbrados.
El comienzo del encuentro fue dinámico. Exhibió al conjunto dirigido por Osvaldo Ruggero atesorando la posesión de la pelota, con intenciones de tocar, asegurando la entrega, pero con la ausencia de un ingrediente vital: imaginación. La visita, que rápidamente se puso en ventaja (error en la salida del fondo local que Núñez aprovechó para posibilitar la brillante definición de Aranda) contó con una excelente labor de Ariel Guevara en el mediocampo, convirtiéndose en el jugador más relevante de los primeros cuarenta y cinco minutos. A ello, hay que sumarle además la buena tarea de Gaspero, intentando abastecer a los siempre incisivos Núñez y Aranda. Igualmente, el “Tambero” no fue un derroche de virtudes. Solo le alcanzó para irse al descanso con ventaja de 2-1, basándose en la sólida tarea del medio hacia atrás. Mientras que al “Celeste” (logró la transitoria igualdad a través de Palmerola, tras un tiro libre ejecutado por Casais que rebotó en uno de los palos) le faltaron valores individuales de peso, al tener muy poca gravitación en el juego los integrantes del grupo generador de fútbol. En el comienzo del complemento se dio lo que, de antemano, suponíamos. Liniers en busca del arco rival y Claypole poniendo todas sus energías en defensa. Así fue. Y de tanto buscar, sobre los 26 minutos llegó el empate (un remate de derecha de Palmerola que se desvió en un defensor). Sin embargo, tampoco pueden olvidarse otras circunstancias que juegan como argumentos convincentes a favor del resultado final. A los pocos minutos del gol de Liniers, César Peralta ejecutó un tiro libre que llevó mucha peligrosidad a la valla defendida por Tichelio. Pero los reflejos del guardametas local hicieron que la pelota tenga destino de corner. Ésa no fue la única vez que el arquero de Liniers se hizo presente en el partido (anteriormente le había ahogado el grito de gol a Nicolás Aranda). Es más, con el correr de los minutos y para sorpresa de muchos, fue constituyéndose en la figura del encuentro. Y dicha mención la ratificó en los minutos adicionales, cuando sobresalió con dos tapadas magistrales ante Manuel Roca primero y Ariel Horonoz después.
A pesar del giro que dio Osvaldo Ruggero al rendimiento colectivo, se sigue oscilando entre brillanteces y desconcentraciones. Mientras tanto, Liniers sigue en la puerta del reducido. Cuando no se gana, se espera con ventura las noticias que llegan desde otros estadios (algunos resultados favorecieron, otros no tanto). Pero, más allá de algunas modificaciones en el grupo de los clasificados, para “La Topadora” todo sigue igual.
El comienzo del encuentro fue dinámico. Exhibió al conjunto dirigido por Osvaldo Ruggero atesorando la posesión de la pelota, con intenciones de tocar, asegurando la entrega, pero con la ausencia de un ingrediente vital: imaginación. La visita, que rápidamente se puso en ventaja (error en la salida del fondo local que Núñez aprovechó para posibilitar la brillante definición de Aranda) contó con una excelente labor de Ariel Guevara en el mediocampo, convirtiéndose en el jugador más relevante de los primeros cuarenta y cinco minutos. A ello, hay que sumarle además la buena tarea de Gaspero, intentando abastecer a los siempre incisivos Núñez y Aranda. Igualmente, el “Tambero” no fue un derroche de virtudes. Solo le alcanzó para irse al descanso con ventaja de 2-1, basándose en la sólida tarea del medio hacia atrás. Mientras que al “Celeste” (logró la transitoria igualdad a través de Palmerola, tras un tiro libre ejecutado por Casais que rebotó en uno de los palos) le faltaron valores individuales de peso, al tener muy poca gravitación en el juego los integrantes del grupo generador de fútbol. En el comienzo del complemento se dio lo que, de antemano, suponíamos. Liniers en busca del arco rival y Claypole poniendo todas sus energías en defensa. Así fue. Y de tanto buscar, sobre los 26 minutos llegó el empate (un remate de derecha de Palmerola que se desvió en un defensor). Sin embargo, tampoco pueden olvidarse otras circunstancias que juegan como argumentos convincentes a favor del resultado final. A los pocos minutos del gol de Liniers, César Peralta ejecutó un tiro libre que llevó mucha peligrosidad a la valla defendida por Tichelio. Pero los reflejos del guardametas local hicieron que la pelota tenga destino de corner. Ésa no fue la única vez que el arquero de Liniers se hizo presente en el partido (anteriormente le había ahogado el grito de gol a Nicolás Aranda). Es más, con el correr de los minutos y para sorpresa de muchos, fue constituyéndose en la figura del encuentro. Y dicha mención la ratificó en los minutos adicionales, cuando sobresalió con dos tapadas magistrales ante Manuel Roca primero y Ariel Horonoz después.
A pesar del giro que dio Osvaldo Ruggero al rendimiento colectivo, se sigue oscilando entre brillanteces y desconcentraciones. Mientras tanto, Liniers sigue en la puerta del reducido. Cuando no se gana, se espera con ventura las noticias que llegan desde otros estadios (algunos resultados favorecieron, otros no tanto). Pero, más allá de algunas modificaciones en el grupo de los clasificados, para “La Topadora” todo sigue igual.
Héctor Quatrida
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