Frente a San Martín de Burzaco Damián Bevcar cumplió los 200 partidos vistiendo los colores de la Institución. Si bien estuvo en un par de oportunidades por Europa, en busca de nuevos horizontes, el destino (o quizás su amor por el Celeste) siempre le tenía deparado volver. Y apenas pisaba Buenos Aires, la Número 5 lo estaba esperando, como si ella misma supiese que el honor de ponérsela le está reservado únicamente a Damián...
-De los 200 partidos ¿cuál es el que más recordás?
-El debut en la cancha de Lamadrid (8/12/2001, Lamadrid 1-Liniers1) se estaban yendo del club algunos jugadores de Primera y de apuro nos hicieron debutar a tres o cuatro chicos. El recuerdo que me quedó fue de haberme acalambrado las dos piernas faltando cinco minutos para que termine el partido, el terreno estaba medio embarrado y costó mucho.
-¿Un gol?
-Quizás el primero, que fue en cancha de Riestra (9/2/2002) un día de lluvia y ganamos 2 a 1.
-¿El técnico que más te marcó?
-Son varios, a Walter Marchesi que me hizo debutar, lo tuve poco tiempo pero fue muy bueno. César Aguirre también tuvo sus cosas buenas. De (Fernando) Rizzo creo que también aprendimos bastante, no solo yo, sino que se vio que el grupo creció mucho, y del actual cuerpo técnico también se sacan muchas cosas buenas.
-¿Compañeros y amigos que te haya dejado este ciclo en Liniers?
-Con los que más transité es con Luisito (Stansiola) y con el Negro (Romero), que venimos de las inferiores y algunos que ya no están pero nos seguimos viendo, como (Leonardo) Di Flavio y (Matías) Fleitas. Son muchos los amigos y compañeros que quedaron y que espero que sigan estando.
-Hoy te toca ser el capitán del equipo, además de ser un símbolo de la institución. ¿Que le podés decir al hincha de Liniers?
-No... yo no creo que sea eso. Ojalá que estando todos juntos podamos sacar adelante todo esto y podamos dejar a Liniers en la Primera C, que es donde se merece estar.
El pasado sábado frente a Midland la Comisión Directiva le entregó una plaqueta por los 200 partidos. Reconocimiento para el jugador símbolo del club, aunque él por modestia no quiera reconocerlo. Damián Bevcar es un ejemplo para las nuevas generaciones. Su grandeza no sólo pasa por lo que deja en el campo de juego, va mucho más allá: es su integridad como persona, con valores humanos pocas veces vistos en la vorágine actual.
Es él, principalmente, quien merece coronar su inigualable trayectoria con el ascenso a Primera C.
-De los 200 partidos ¿cuál es el que más recordás?
-El debut en la cancha de Lamadrid (8/12/2001, Lamadrid 1-Liniers1) se estaban yendo del club algunos jugadores de Primera y de apuro nos hicieron debutar a tres o cuatro chicos. El recuerdo que me quedó fue de haberme acalambrado las dos piernas faltando cinco minutos para que termine el partido, el terreno estaba medio embarrado y costó mucho.
-¿Un gol?
-Quizás el primero, que fue en cancha de Riestra (9/2/2002) un día de lluvia y ganamos 2 a 1.
-¿El técnico que más te marcó?
-Son varios, a Walter Marchesi que me hizo debutar, lo tuve poco tiempo pero fue muy bueno. César Aguirre también tuvo sus cosas buenas. De (Fernando) Rizzo creo que también aprendimos bastante, no solo yo, sino que se vio que el grupo creció mucho, y del actual cuerpo técnico también se sacan muchas cosas buenas.
-¿Compañeros y amigos que te haya dejado este ciclo en Liniers?
-Con los que más transité es con Luisito (Stansiola) y con el Negro (Romero), que venimos de las inferiores y algunos que ya no están pero nos seguimos viendo, como (Leonardo) Di Flavio y (Matías) Fleitas. Son muchos los amigos y compañeros que quedaron y que espero que sigan estando.
-Hoy te toca ser el capitán del equipo, además de ser un símbolo de la institución. ¿Que le podés decir al hincha de Liniers?
-No... yo no creo que sea eso. Ojalá que estando todos juntos podamos sacar adelante todo esto y podamos dejar a Liniers en la Primera C, que es donde se merece estar.
El pasado sábado frente a Midland la Comisión Directiva le entregó una plaqueta por los 200 partidos. Reconocimiento para el jugador símbolo del club, aunque él por modestia no quiera reconocerlo. Damián Bevcar es un ejemplo para las nuevas generaciones. Su grandeza no sólo pasa por lo que deja en el campo de juego, va mucho más allá: es su integridad como persona, con valores humanos pocas veces vistos en la vorágine actual.
Es él, principalmente, quien merece coronar su inigualable trayectoria con el ascenso a Primera C.
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