En la temporada 1992/93 Liniers militaba en Primera D, con una campaña apenas discreta. Sin embargo, casi por la ventana llegó a entrar en el Octogonal final por el segundo ascenso que otorgaba la categoría. Villa San Carlos había conseguido subir directamente.
Jugando siempre con desventaja deportiva, Liniers fue superando etapas, hasta llegar a la final con San Martín de Burzaco. El primer partido se jugó en Laferrere, y terminó 1 a 1. La revancha fue un domingo de invierno en la cancha de El Porvenir. Cerca de 3.000 hinchas de San Martín se dieron cita, copando la tribuna lateral con la posibilidad cercana de obtener el ascenso. Pero Liniers, que venía de punto, con desventaja deportiva, debiendo ganar para ascender, se hizo grande en la fría tarde de Gerli y consiguió un heroico triunfo por 3 a 1, con gran actuación de los hermanos Primerano que asomaban como grandes promesas.
La multitud quedó en silencio, no entendía bien lo que ocurría. Liniers, el sorprendente Liniers, que al año siguiente con la misma base estuvo cerca de subir a Primera B, se había quedado con toda la gloria.
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